La prostitución creció rápidamente en las ciudades del Oeste, atrayendo a muchas trabajadoras del este y el centro. En muchos pueblos la proporción de mujeres ‘honestas’ era de 1 en 100, lo cual fomentaba el comercio carnal. Hasta 1890 las madamas manejaron el negocio, y luego los proxenetas tomaron el control, por lo cual el tratamiento de las mujeres empeoró. La apertura de burdeles en las ciudades del oeste descrita en las películas era realista, aunque la verdadera apariencia de la mayoría de las prostitutas era mucho menos atractiva que la de las actrices de Hollywood. Las apuestas y la prostitución eran centrales en la vida de los pueblos, y posteriormente –a medida que la población femenina creció, llegaron reformadores, y otras influencias civilizadoras- la prostitución se volvió menos común.