Y yo a terminar el papeo.
Hasta luego.
Y cuidado en las curvas.
me voy a ver la formula 1, hasta luego
LA MUJER, LOS PERROS Y UN KARATECA HUMEANTE
Un hombre salvó a una dama en aprietos (o más bien en mordiscos) utilizando técnicas de artes marciales.
La policía de Mankato investiga un extraño incidente en el cual un hombre castigó con patadas y golpes de karate a un grupo de perros que a su vez intentaba masticarle los fémures a una mujer que pasaba por allí.
Al parecer el incidente tuvo lugar en el barrio de Lincoln Park cuando una mujer, en la puerta de su casa, fue atacada por Rottweilers. ... (ver texto completo)
Un corazón humano late 100.000 veces al día.
La forma más segura de transporte es el ascensor.
La libertad es singular, siempre que exista la libertad plural.
Benedetto Croce
La intención del explorador español es rescatar al máximo número de reptiles, ponerlos en cuarentena, cuidarlos y prepararlos antes de reintroducirlos en parques naturales y bosques tailandeses. Algunos de los vídeos de sus rescates están colgados en Youtube y forman parte de lo que el Indiana Jones español espera sea su siguiente paso profesional como presentador de programas de naturaleza en la televisión. "Acepto ofertas", dice.
Los brazos de Cuesta muestran las marcas de pasadas picaduras de serpientes, tres de ellas venenosas. Frascos de antiveneno llenan su nevera donde uno esperaría encontrar cerveza. Su última adquisición: un malhumorado dragón de Komodo que alguien adquirió como mascota hasta que creció demasiado y que ahora ocupa una de las pistas de la Academia Frank Cuesta, la escuela de tenis en la que trabaja formando a las grandes promesas del tenis tailandés.
Comenzó a estudiar a las serpientes, a manejarlas y finalmente a convivir con ellas. Estos días dedica gran parte de su tiempo a organizar espectáculos en los que muestra a sus niñas las serpientes ("encantadoras pero peligrosas") y trata de convencer al público de lo injustificado de su mala prensa. "Hay gente que respeta a estos animales y otra gente que los maltrata. Al final, lo importante es darse cuenta de que son animales como cualquier otro y que merecen ser bien tratados", asegura.
La pasión de Frank Cuesta por los reptiles le vino tras una primera aventura a la jungla camboyana durante un viaje al país asiático para preparar al equipo local de Copa Davis.
A finales de los años 90 llegó a Bangkok con intención de crear una escuela de tenis sin saber que el suyo sería un viaje de ida: se enamoró del país y de una conocida modelo local, pasando a protagonizar las páginas de la prensa rosa tailandesa y ampliando la familia con dos hijos a los que ha puesto los poco comunes nombres de Zape y Zorro.
El de caza reptiles es un oficio improbable para alguien que en realidad ha vivido siempre del tenis. Cuesta jugó torneos semiprofesionales antes de recalar como profesor en la academia de tenis Nick Bollettieri de Florida, donde trabajó durante 12 años en la preparación de futuras estrellas como Andre Agassi o Monica Seles.
"Suelo trabajar de noche, porque es cuando es más fácil encontrar a los animales", asegura mientras muestra la fotografía captada con su teléfono móvil de una misión a la que llegó algo tarde. En la imagen, una pitón de Birmania tiene ya estrangulado a un gato doméstico. "Como el gato ya estaba muerto, esperé a que se lo zampara", dice.
El cazador de reptiles compagina su labor como agente de la Asociación de Guardianes de Animales de Tailandia con expediciones a las junglas del sureste asiático en busca de algunas de las especies más peligrosas y amenazadas del mundo. Pero es en la ciudad, donde serpientes y personas suelen tropezar más a menudo, donde sus servicios son más solicitados.
No hay víbora, cobra o pitón que se le resista: animal que atrapa, animal que se lleva a su casa de los suburbios de Bangkok. Y así, operación de rescate a operación de rescate, Cuesta ha terminado compartiendo su hogar con cocodrilos, tarántulas, escorpiones, ranas, camaleones, iguanas, lagartos varios y hasta 35 serpientes que van desde la letal víbora Rangler a Cookie, una boa que ha hecho del baño del dormitorio principal su hogar.
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