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El pensamiento está libre de impuestos.
La Fuentecilla, la del agua que ponía tiernos los garbanzos, la desaparecieron como todo lo que desaparece en este pueblo, solo nos quedan recuerdos, no se de quien es esa tierra que la labraron sin tener en cuenta de reservar ese trocito de tierra que ocupaba la fuente.
Buenas noches Antonia. a descansar que mañana viene detrás. un abrazo.
Buenas noches Sensi asi es, ahora toca descansar y mañana sera otro dia, un abrazo.
Buenas noches Antonia. a descansar que mañana viene detrás. un abrazo.
Cada mañana, al cruzar el puente que conectaba el barrio residencial con el centro de la ciudad, Clara veía al mismo hombre: sucio, con la ropa rota, los zapatos despegados y una barba tan espesa como su silencio.
Siempre estaba sentado en el mismo banco, mirando el río. No pedía nada. No molestaba a nadie. Solo… estaba.
Algunos le dejaban un café. Otros, una moneda. Muchos, simplemente, desviaban la mirada.
Un día, Clara iba tarde al trabajo y, sin darse cuenta, dejó caer su cuaderno de dibujo ... (ver texto completo)
A mirar hacía adelante... que para atrás ya dolió bastante...
El que te habla de los defectos de los demás, con los demás hablará de los tuyos.
La ignorancia está menos lejos de la verdad que el prejuicio.
Buenas noches Antonia. mañana será un placer volvernos a saludar. un abrazo.
Buenas noches amiga, un placer reciproco, espero que asi sea, hasta mañana un abrazo.
Buenas noches Antonia. mañana será un placer volvernos a saludar. un abrazo.
Canadá, 2021.
Anne Delacroix vivía con su esposo, Marcel, en una cabaña de madera al borde del bosque Laurentian. Durante más de 40 años, compartieron vida, silencios y rituales sencillos: leer en la mecedora, escuchar jazz suave… y mirar cada tarde por la ventana el paso de los animales.
Uno de ellos, un ciervo de cornamenta blanca, solía asomar entre los árboles. Marcel decía en broma:
—Ese viene a comprobar si todavía soy digno de ti.
Pero en febrero, Marcel enfermó.
Y en marzo… murió.
Anne ... (ver texto completo)
Aquel hombre que pierde la honra por el negocio, pierde el negocio y la honra.
Uno tiene que ir muy lejos, para saber hasta dónde se puede ir.
Buenas noches Sensi, dulces sueños, hasta mañana un abrazo.
En una escuela pública de Ciudad de Guatemala, donde las ventanas tenían más remiendos que cristales, llegó un día un niño nuevo. Se llamaba Thiago. Tenía 10 años, una mochila demasiado grande para su espalda… y una mirada que no seguía a nadie.
Porque Thiago era ciego.
La maestra, doña Mireya, no sabía qué hacer. Nunca había tenido un alumno así. Al principio, intentó seguir como si nada. Pero Thiago no pedía ayuda. Solo escuchaba, siempre atento, con una calma que desconcertaba.
Hasta que un ... (ver texto completo)