Compramos energía a futuro



El Ganges fluía lento bajo la luz anaranjada del amanecer. En las escaleras de Varanasi, Aaryan encendía una vela cada mañana desde hacía cuarenta días. Siempre la misma promesa: una por cada día sin su hija, fallecida en un accidente.
No hablaba. No comía. Solo se sentaba y lloraba en silencio mientras el río pasaba.
Un día, una niña con sari rojo se le acercó con una bandeja de dulces.
— ¿Quieres uno?
Él negó con la cabeza.
—Es gulab jamun. Mi abuela dice que endulzan el alma cuando se está ... (ver texto completo)
"Con el tiempo y la madurez, descubrirás que tienes dos manos: una para ayudarte a tí misma y la otra para ayudar a los demás".
«En la vida, cada final es sólo el comienzo de otra historia».
En la noche, lo que no se ve, no quiere decir que no exista...
De ojos hermosos está lleno el mundo pero de ojos que te miran con sinceridad y amor hay pocos.
Buenos días foreros-as. ¡Feliz Domingo!
Buenas noches Antonia. Dulces sueños un abrazo.
Que pases una buena noche, hasta mañana un abrazo.
Buenas noches Antonia. Dulces sueños un abrazo.
EL CISNE QUE ESPERABA A SU DUEÑA
Innsbruck, Austria. Invierno de 2021.
El lago Hallstättersee estaba casi congelado. Aquel año, el frío había llegado temprano y con fuerza. Pero en una esquina del embarcadero, un cisne blanco se negaba a migrar.
Los pescadores del pueblo lo veían cada mañana, de pie, sin moverse mucho, mirando el agua. Lo llamaban “Klaus”, aunque sabían que no respondía a ningún nombre. No tenía anillo, ni marca alguna. Pero todos sabían su historia.
Un año antes, una mujer mayor, ... (ver texto completo)
Antes de hablar, hay que comprender y aun después de comprender, es mejor guardar silencio.
Enseñemos a perdonar; pero enseñemos también a no ofender. Sería más eficiente.
Te vas a marchitar muchas veces, pero al sentir el agua, volverás a florecer.
El respeto es como la sonrisa, no cuesta nada y le gusta a todos.
Buenas noches Antonia. feliz descanso un abrazo.
Durante años pensé que vendía flores.
Tenía un puesto pequeño al borde del cementerio, donde el viento parecía hablar más fuerte que la gente. No tenía cartel, ni precios visibles. Solo un montón de ramos siempre frescos y una caja de madera pintada con la palabra “HONESTO”.
Era un viejo de manos arrugadas, mirada baja y una voz que usaba poco. Cuando le preguntabas cuánto costaba un ramo, decía lo mismo: lo que sientas que vale.
Un día me animé a ir. Tenía que dejar flores. No por obligación, ... (ver texto completo)