Vi romper mi inocencia: Hay un antes y un después, que siempre me ha hecho pensar, ¿ qué fue mejor, la inocencia o la cruda realidad?. Tendría entre seis o siete años, frente a la panadería de Pepe Rull había una carbonería. Era raro el día que no pasabamos largas horas a la caída de la tarde en aquella tienda de paredes alicatadas blancas, entre el negro carbón y las verdes berzas. Allí acudian de diferentes edades como los hijos del dueño. Justo al lado estaba la tienda de Nicasio, en la misma puerta, mi idea sobre los niños y la cigüeña quedó velada, mi inocencia se había acabado. Un muchacho informado, nos dijo de una manera poco decorosa la importancia de los padres en nuestra existencia. Mi mente se abrió y dio respuestas a muchos interrogantes naturales. Sin querer nos resistiamos a creer, pero la evidencia pesaba tanto, que todos los esquemas de catequesis viniero a bajo. Apartir de entonces las cosas iban madurando.”No informar a un niño es una barbaridad, refuerzas la hipocresía y las cosas difícilmente se verán con naturalidad.” A.R.