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La vísperas de las fiestas grandes: la última semana de abril de lunes a sábado era un río de camiones entrando a través de la cuesta del molinillo a la plaza, descargaban las maderas de la caseta y el camión confiado volvía, el problema comenzaba al pasar el puente, que es donde empieza la pendiente, el firme del suelo era de tierra y con el paso de las bestias se había formado mucho barro el camión comenzaba a patinar y es cuando se iniciaba el espectáculo, todos los mozos fornidos del barrio y en el fondo curiosos se acercaban a empujar, pero como los neumáticos estaban desgastados, con el, camión grande y la pendiente exagerada, colocaban ramas entre las ruedas, y a empujones peligrosos, conseguían después de un largo rato, que el camión encumbraba la cuesta , el chófer daba las gracias y perjuraba repetidamente, que jamás volvería. De esta manera tan absurda había pasado una mañana y para los niños, el contar una atracciónn más, era toda una ilusión de hacer la fiesta mas grande.
La vísperas de las fiestas grandes: la última semana de abril de lunes a sábado era un río de camiones entrando a través de la cuesta del molinillo a la plaza, descargaban las maderas de la caseta y el camión confiado volvía, el problema comenzaba al pasar el puente, que es donde empieza la pendiente, el firme del suelo era de tierra y con el paso de las bestias se había formado mucho barro el camión comenzaba a patinar y es cuando se iniciaba el espectáculo, todos los mozos fornidos del barrio y en el fondo curiosos se acercaban a empujar, pero como los neumáticos estaban desgastados, con el, camión grande y la pendiente exagerada, colocaban ramas entre las ruedas, y a empujones peligrosos, conseguían después de un largo rato, que el camión encumbraba la cuesta , el chófer daba las gracias y perjuraba repetidamente, que jamás volvería. De esta manera tan absurda había pasado una mañana y para los niños, el contar una atracciónn más, era toda una ilusión de hacer la fiesta mas grande.
