2. Estructuración de la fiesta:
El ritual de la Carretá se estructura de la forma siguiente: El viaje de los mozos al monte es el viaje de purificación. En la Sierra pasan todo el día, desde la mañana hasta la hora del atardecer. Una vez ejecutado este primer acto ritual, los mozos volverán a integrarse en la comunidad mediante la recepción, en estado de pureza, por el Mayordomo figura que reemplaza a la autoridad establecida, asumiendo así la responsabilidad de carácter oficioso
Al ritual de purificación que se lleva el primer día como acción preparatoria seguirá la segunda vuelta al monte, esta vez para recoger la leña que cargada en carros servirá como elemento fundamental en tos rituales del fuego.
La vuelta de los mozos con la leña y el encuentro de la imagen venerada, el Niño Jesús, podría indicar de alguna forma la recepción por parte de los mozos de la bendición, atribución inherente a cualquier imagen sagrada.
La acción de plantar el árbol frente a la Casa del Mayordomo ( autoridad), representa un simbolismo interesante.
El ritual de la quema indica !a pervivencia de un antiguo ritual de fuego, cuyos elementos analizaremos a continuación, y que finaliza con la extinción del mismo.
3 Componentes rituales y simbólicos del contexto festivo.
- El Fuego: Constituye una entidad asociada a lo desconocido, a lo minucioso. La Fiesta siempre ha tenido implicaciones sagradas. Es un intento de aproximación de aquello en lo que se tiene que creer por ser fundamentalmente desconocido y no poder explicarlo. La fiesta es un ritual de participación y ese ritual exige el encuentra cíclico con elementos luminosos a cuyo contacto adquiere sentido. La fiesta de La Carretá es un ritual de solsticio de invierno, siendo fundamental la extinción del primero y el encendido después de nuevos fuegos, como parte de] acontecimiento que se celebra bailando alrededor de la fogata la llegada del día joven que viene a sustituir al viejo. La fogata invernal destruye y purifica a la vez. En este ritual se superpuso posteriormente el nuevo fuego por la figura venerada del Niño Jesús ; esta supresión del componente ritual ( el fuego nuevo), más antiguo, por un elemento sagrado perteneciente a la Iglesia Católica indica incorporación a un ritual arcaico, en otro momento histérico posterior, de símbolos sustitutivos (la imagen venerada). Los símbolos inherentes indican que nos hallamos ante un ritual de tiempo.
-El monte: simboliza el espacio propicio para el contacto mágico con lo celeste sagrado. En la conciencia analógica, el monte, es el transmisor idóneo de los mensajes celestes humanos. Tanto pastor como campesino leen en el monte (nubes, tormentas, cambios, etc... ) es una manera de comunicarse con lo sagrado y recibir su mensaje. El componente ritual del viaje al monte en la fiesta que se analiza puede indicar la existencia anterior de un tugar ancestralmente considerado corno sagrado y cuya memoria se ha perdido por las diversas sustituciones humanas, aún así en el municipio existen numerosas leyendas de brujas y aquelarres entorno a este lugar del monte.
-El árbol: es uno de los símbolos fundamentales de la gran tradición. No solo representa el estado del individuo, con las raíces firmemente asentadas en la tierra, el tronco emergiendo de ella y las ramas apuntando al cielo, sino que como imagen idealizada de la vida, apunta hacia un trasunto de la inmortalidad. Como símbolo representa el eje del mundo y por lo tanto el nexo de unión entre lo humano y lo divino. El árbol es cortado de su emplazamiento originario y replantado en un lugar público para convertirse en elemento festivo, sirviendo de enlace entre el cielo y la tierra; el árbol sagrado vana en función de la especie que proporciona mejor servicio a la comunidad. El árbol tiene un protagonismo tan fuerte como la imagen venerada. La tala ritual del árbol sagrado es la faceta más significativa de la fiesta de La Carretá. Simboliza la riqueza agrícola que se quiere proteger a través del árbol, el más hermoso y que además se adorna con naranjas, cintas y caramelos como ofrenda ancestral, reconvertida en ofrenda al niño.
El ritual de la Carretá se estructura de la forma siguiente: El viaje de los mozos al monte es el viaje de purificación. En la Sierra pasan todo el día, desde la mañana hasta la hora del atardecer. Una vez ejecutado este primer acto ritual, los mozos volverán a integrarse en la comunidad mediante la recepción, en estado de pureza, por el Mayordomo figura que reemplaza a la autoridad establecida, asumiendo así la responsabilidad de carácter oficioso
Al ritual de purificación que se lleva el primer día como acción preparatoria seguirá la segunda vuelta al monte, esta vez para recoger la leña que cargada en carros servirá como elemento fundamental en tos rituales del fuego.
La vuelta de los mozos con la leña y el encuentro de la imagen venerada, el Niño Jesús, podría indicar de alguna forma la recepción por parte de los mozos de la bendición, atribución inherente a cualquier imagen sagrada.
La acción de plantar el árbol frente a la Casa del Mayordomo ( autoridad), representa un simbolismo interesante.
El ritual de la quema indica !a pervivencia de un antiguo ritual de fuego, cuyos elementos analizaremos a continuación, y que finaliza con la extinción del mismo.
3 Componentes rituales y simbólicos del contexto festivo.
- El Fuego: Constituye una entidad asociada a lo desconocido, a lo minucioso. La Fiesta siempre ha tenido implicaciones sagradas. Es un intento de aproximación de aquello en lo que se tiene que creer por ser fundamentalmente desconocido y no poder explicarlo. La fiesta es un ritual de participación y ese ritual exige el encuentra cíclico con elementos luminosos a cuyo contacto adquiere sentido. La fiesta de La Carretá es un ritual de solsticio de invierno, siendo fundamental la extinción del primero y el encendido después de nuevos fuegos, como parte de] acontecimiento que se celebra bailando alrededor de la fogata la llegada del día joven que viene a sustituir al viejo. La fogata invernal destruye y purifica a la vez. En este ritual se superpuso posteriormente el nuevo fuego por la figura venerada del Niño Jesús ; esta supresión del componente ritual ( el fuego nuevo), más antiguo, por un elemento sagrado perteneciente a la Iglesia Católica indica incorporación a un ritual arcaico, en otro momento histérico posterior, de símbolos sustitutivos (la imagen venerada). Los símbolos inherentes indican que nos hallamos ante un ritual de tiempo.
-El monte: simboliza el espacio propicio para el contacto mágico con lo celeste sagrado. En la conciencia analógica, el monte, es el transmisor idóneo de los mensajes celestes humanos. Tanto pastor como campesino leen en el monte (nubes, tormentas, cambios, etc... ) es una manera de comunicarse con lo sagrado y recibir su mensaje. El componente ritual del viaje al monte en la fiesta que se analiza puede indicar la existencia anterior de un tugar ancestralmente considerado corno sagrado y cuya memoria se ha perdido por las diversas sustituciones humanas, aún así en el municipio existen numerosas leyendas de brujas y aquelarres entorno a este lugar del monte.
-El árbol: es uno de los símbolos fundamentales de la gran tradición. No solo representa el estado del individuo, con las raíces firmemente asentadas en la tierra, el tronco emergiendo de ella y las ramas apuntando al cielo, sino que como imagen idealizada de la vida, apunta hacia un trasunto de la inmortalidad. Como símbolo representa el eje del mundo y por lo tanto el nexo de unión entre lo humano y lo divino. El árbol es cortado de su emplazamiento originario y replantado en un lugar público para convertirse en elemento festivo, sirviendo de enlace entre el cielo y la tierra; el árbol sagrado vana en función de la especie que proporciona mejor servicio a la comunidad. El árbol tiene un protagonismo tan fuerte como la imagen venerada. La tala ritual del árbol sagrado es la faceta más significativa de la fiesta de La Carretá. Simboliza la riqueza agrícola que se quiere proteger a través del árbol, el más hermoso y que además se adorna con naranjas, cintas y caramelos como ofrenda ancestral, reconvertida en ofrenda al niño.
