enrique y
granada
Ese compas que se juega la vida,
esa agujeta pinchando el vacio,
esas falsetas hurgando en le herida,
esa liturgia del escalofrio.
Esa arrogancia que pide disculpas,
ese sentarse para estar erguido,
ese balido ancestral de la pulpa
del corazon de un melon desnutrido.
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