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VALSEQUILLO: LA NOSTALGIA DE NUESTRAS VIVENCIAS PASADAS....

LA NOSTALGIA DE NUESTRAS VIVENCIAS PASADAS.
Decía Joaquín Sabina, cantautor y poeta español, al lugar donde hemos sido felices, no es recomendable volver. O al menos hay que hacerlo con cuidado. La nostalgia es sutil y brota de vez en cuando en nuestra introspección, con un olor que nos sorprende, una melodía inadvertida que nos retrotrae, o en el calor de la intimidad con unos pocos, cuando evocamos historias rememoradas. Todo para darnos un ligero sorbo a ese licor que es a la vez dulzón y amargo.
Hoy sabemos que en realidad la nostalgia contrarresta en buena medida esas tendencias depresivas. Sirve como refugio al que se acude para combatir la soledad y la ansiedad, favoreciendo la interacción personal, lo que contribuye por ejemplo a la longevidad de los matrimonios.
Y es que  el futuro le debe algo a ese pasado añorado, aunque sea bajo el sesgo del coste hundido, porque la nostalgia fomenta la creencia de que las cosas podrían ir bien porque una vez fueron bien, hacernos sentir más jóvenes, optimistas, reducir nuestra percepción del dolor, mejorar nuestra capacidad para detectar amenazas e incluso animarnos a asumir riesgos y perseguir nuestros objetivos. Pero sus matices son más profundos.
Percibimos el tiempo gracias a la retención de los sucesos en esa memoria. No habría una flecha del tiempo entre el antes y el después si no fuéramos capaces de recordar que hubo algo que ya no hay. Por otra parte, ese afecto o apego es un instinto fijado como rasgo por la selección natural para cohesionar los grupos humanos, como sucede en tantos otros animales. Pero en el caso humano, con particular importancia, pues permite extender la cooperación humana desde la familia natural, a través de la tribu familiar extensa.
Sin embargo, esos mismos rasgos se manifiestan también «dolorosamente», pues con esa misma memoria retenemos las sensaciones y recuerdos positivos de aquellas épocas y, sobre todo, aquellas personas, con las que hemos compartido una vida que ya no regresará. Y de las que incluso ya solo nos quedan esos bellos recuerdos, porque están definitivamente ausentes. La mezcla de aprecio y ausencia constituyen los combustibles perfectos para que la nostalgia prenda.
El pasado siempre está distorsionado y endulzado. Incluso nuestros peores recuerdos acaban recubiertos de un barniz, en ocasiones épico. Probablemente para una mejor supervivencia, las experiencias negativas son mitigadas, conservando nuestra esperanza y actitud vitales.
La tecnología aumenta la nitidez del recuerdo, lo que atentaría contra el carácter difuso de la nostalgia, mitigando en parte su atractivo edulcorante.
Esta transformación no pronostica en absoluto que la nostalgia vaya a desaparecer. Seguirá explotándose como contenido, interpelándonos, movilizándonos, estimulándonos. Aunque siempre podremos seguir diciendo, con el mismo humor de antaño, que la nostalgia ya no es lo que era, sin embargo seguiremos aplacando nuestras mentes en ese equilibrio emocional con nuestra vida,  porque "los recuerdos son el perfume del alma"

jjc