Gracias amigo. Por supuesto que me ha gustado y muy mucho, ahora hago la comparación de aquellos trenes con las máquinas de vapor, que cuando sacabas la cabeza por la ventanilla, se te llenaban los ojos con motas, del carbón que quemaba la máquina en sus calderas. Y no digamos la diferencia entre los coches de pasajeros de aquella época -parecian los trenes del Oeste Americano- con los de ahora.
Un abrazo.
Un abrazo.