Era ante todo un rito de supervivencia, dado que el medio donde desarrollamos la vida es pobre y falto de recursos materiales. La familia, gracias a la matanza, tenía asegurada en parte la manutención durante el año.
Hasta allí difícilmente llegaba en la antigüedad otro pescado que no fuera bacalao salado.
Tenía esta realidad tanta fuerza que incluso está recogido en el folklore de nuestro entorno y en concreto en un villancico que dice:
Lo mejor que entra en barriga
la noche de Navidad
es un torreznito del pico
y un ajito de cuajar.
Hasta allí difícilmente llegaba en la antigüedad otro pescado que no fuera bacalao salado.
Tenía esta realidad tanta fuerza que incluso está recogido en el folklore de nuestro entorno y en concreto en un villancico que dice:
Lo mejor que entra en barriga
la noche de Navidad
es un torreznito del pico
y un ajito de cuajar.