Una tia abuela de mi marido que tenía muy buena sombra y era de Rute, pero desde pequeñita vibía en Málaga. Me contaba a mí, que cuando se caso con Pedro, se estilaba que por la mañana venian a la habitación a despertar a los novios, las dos consuegras con el chocolate y los churros, pero a las siete de la mañana.
Ella que se llamaba Rosa, se levantó y cuando llegaron las dos madres, tenía el chocolate y los churros y la mesa puesta para que desayunaran.
Ella que se llamaba Rosa, se levantó y cuando llegaron las dos madres, tenía el chocolate y los churros y la mesa puesta para que desayunaran.
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