En el Evangelio se lee aquella afirmación de Jeús:
"Por sus frutos lo conoceréis"
Nosotros hablamos mucho y hacemos poco; los frutos no son las palabras bonitas que decimos sino las pocas y disminuidas obras que realizamos.
Cumplir con el deber, aun cuando nadie vigile ni lo conozca; saber guardar fidelidad al amigo que nos ha confesado un secreto, sin hacer alardes de ello; no doblegarse ante el respeto humano; nunca jugar a dos caras con nadie; disimular las descortesías de los allegados; ahorrar a los demás trabajo y disgustos.
Todo esto y cosas semejantes son frutos; frutos maduros y legítimos que nos acreditan anta la conciencia y ante Dios.
No acortar el tiempo cuando hay que emplearlo para los demás, no mortificar a nadie, ser complacientes con todos, aun a costa de nuestro descanso... esos son frutos, y frutos sazonados.
"Por sus frutos lo conoceréis"
Nosotros hablamos mucho y hacemos poco; los frutos no son las palabras bonitas que decimos sino las pocas y disminuidas obras que realizamos.
Cumplir con el deber, aun cuando nadie vigile ni lo conozca; saber guardar fidelidad al amigo que nos ha confesado un secreto, sin hacer alardes de ello; no doblegarse ante el respeto humano; nunca jugar a dos caras con nadie; disimular las descortesías de los allegados; ahorrar a los demás trabajo y disgustos.
Todo esto y cosas semejantes son frutos; frutos maduros y legítimos que nos acreditan anta la conciencia y ante Dios.
No acortar el tiempo cuando hay que emplearlo para los demás, no mortificar a nadie, ser complacientes con todos, aun a costa de nuestro descanso... esos son frutos, y frutos sazonados.