Me tengo que retirar pero antes de irme le voy a dedicar un caso verídico del que he tenido noticias a este par de dos, a los que aprecio muchísimo.
EL NOMBRE DE LAS COSAS
Era un muchacho que fue a buscar trabajo a un cortijo y al llegar se encontró con un encargado que disfrutaba gastando inocentadas a los aprendices.
El encargado le dijo al muchacho que las cosas de aquel cortijo no se llamaban de la misma manera que en otras partes:
-Mira, aquí los sombreros se llaman chirlosmirlos y los zapatos, zarabitates. ¿Y ves ese que corre por ahí?
-Sí, un gato.
-No, aquí eso se llama el ave que caza las ratas.
El mayoral lo llevó por el cortijo para que lo conociera y, al llegar a un salón muy grande, le señaló el humero.
-Mira, el fuego aquí se llama experiencia y el agua es la advertencia.
El muchacho fue tomando nota de todo aquello, no fuera a perder el trabajo por olvidarse de algún nombre.
- ¿Y dónde voy a trabajar yo?
-Mira, ahí tienes el pajar, que aquí lo llamamos el bitote. Tú te encargarás de llevarles la paja a las bestias.
- ¿Y dónde se come?
Lo llevó a la cocina y allí tenían unos chorizos colgados.
-Mira, esos helicotes los hacemos aquí con Dios y todos los santos –y le señaló donde estaban los cochinos.
Después de unos cuantos días escuchando tantas palabras nuevas, el muchacho se cansó y fue a coger unos chorizos para irse del cortijo con algo de comer. Justo en ese momento, el gato pasó por su lado y él lo apartó, cayendo el pobre animal en la chimenea y chamuscándose el rabo. El gato salió pitando y se refregó con el pajar, que empezó a arder.
El muchacho se fue para donde dormía el encargado y antes de irse le gritó:
-Ponte ya los chirlosmirlos y los zarabitates, que el ave que caza las ratas está llena de experiencia. Si no le echas advertencia se te va a quemar el bitote. Quédate con Dios y todos los santos que me llevo los helicotes.
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