Bueno, pués según mi
información, había una vez una señorita en la Corredera a la que le regalaron unos parientes de fuera un loro y ella estaba contentísima con él, por lo cual no lo tenía en una jaula, sino suelto por su
casa. El loro correteaba por todas las estancias; zaguan, saloncito, dormitorios y hasta cocina.
La cocina era su sítio preferido y siempre rondando las ollas y cacerolas. Cuando la criada sacaba la carne o los galbanzos y el chorizo, el loro siempre los picoteaba, lo que indignaba
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