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CONQUISTA: Un día entré en un bar en Toledo y, como debe ser,...

Un día entré en un bar en Toledo y, como debe ser, sonaba la radio, estaba encendida la tele, una atractiva máquina tragaperras te llamaba la atención de vez en cuando con un entre musiquilla y lamento, y, por si faltaba algo, el de la barra aprovechaba la ocasión para tener encendido el molinillo del café. Mi intención era echar una ojeada al periódico que había comprado mientras me tomaba un café (descafeinado), y había elegido este bar precisamente porque vi desde la calle que no había nadie: estaba sólo el que atendía la barra.
Le pedí que si, por favor, podía apagar o disminuir el volumen de la música (de la radio). Me contestó, amable pero decidido: "Es que me lo piden los clientes". El cliente era yo.
Me ha gustado la descripción que hace Ana María Serrano de las nostalgias de la Feria pasada en Conquista, y me ha encantado el colofón del "Otro conquisteño" cuando afirma que " ¿El ruido? ¡Joder, era feria!".
Soy de los que piensan que la repetición de las cosas no las hace buenas: por ejemplo, la suciedad siempre será suciedad (¿qué impediría que en la Caseta, y más siendo municipal, se pusieran unas papeleras, tal vez ante el mostrador, donde poder tirar desperdicios de todo tipo?); el ruido -y tal es cualquier sonido, incluso la buena música, a partir de un nivel de decibelios- siempre es ruido, y atonta y produce malestar lo mismo en Toledo que en Conquista, igual en feria que otro día cualquiera.
Y otra cosa, finalmente: para alterar el espacio público con música o con ruidos hay que tener una autorización municipal. Las vías públicas, por ser de todos, no son de nadie en particular. A mí me hubiera gustado, por eso, que alguien con responsabilidad municipal hubiera exigido a la Guardia Civil que patrullaba por allí que pidiera la correspondiente licencia a los coches de los botellones y, si no la tenían, los obligara a callar sus aparatos.
Ana María, sigo teniendo nostalgia de un país, incluida Conquista, donde gente como tú y Pepe, comprensiva con quienes somos más juerguistas, pueda disfrutar de unas fiestas sin más sobresaltos de los necesarios.