Aquellas apuestas de un duro, hechas las noches de invierno oscuras, ¡Que miedo pasábamos!.Algunas de ellas consistían en ir al Cementerio a recoger el "duro" que otro había dejado en la puerta. Lo peor era la vuelta, ya que de cualquier cerca te podía salir un "alma en pena".
El fuentecero.
El fuentecero.