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XII. BAENA
1. HISTORIA DE BAENA
Es un municipio situado al suroeste de la provincia de Córdoba, entre la Campiña y las estribaciones Subbéticas y que se encuentra a una distancia de 62 km de la capital.
Desde la época prehistórica hubo asentamientos humanos en Baena por numerosos testimonios encontrados de la cultura ibérica.
Tras la romanización han aparecido restos de la ciudad ibero-romana de Iponuba o Iponobaba que ya fuese citada por Plinio El Viejo.
No obstante, no está totalmente comprobado que a este núcleo de población con la denominación de Julia Regia o Virtus Julia le prestará ayuda a Julio César en su guerra civil contra los hijos de Pompeyo en la batalla de Munda.
Hay testimonios de la existencia de Torreparedones donde se encontró un yacimiento religioso funerario con numerosos hallazgos como la llamada “Leona de Baena”, hoy conservada en el Museo Arqueológico Nacional que fue encontrada en el Cerro de Minguillar donde se cree que estaba la ciudad ibérica de Iponuba. También fue encontrado un torso romano que se encuentra actualmente en la misma Institución.
Tras la presencia musulmana en Hispania, Baena cambia de asentamiento y se construye una ciudad fuerte y estratégica contra el enemigo dotando a su Medina de un Ribat o Fortaleza, la Mezquita (donde está asentada la Iglesia de Santa María La Mayor) y a su alrededor una población formada por mandos del ejército y nobleza.
Durante el Califato de Córdoba, Baena fue tomada por el rebelde muladí Omar ben Hafsun en el siglo IX mientras que en el siglo siguiente fue sede de los walíes o gobernadores de la Cora de Cabra.
En 1240 fue conquistada por el rey de Castilla y León Fernando III El Santo que la entregaría en señorío a su hermano Alfonso Molina.
Posteriormente la fortaleza de Baena fue gobernada por D. Rodrigo Alfonso de León, hijo ilegítimo de Alfonso IX de León y a su muerte pasaría a manos del Infante Juan de Castilla “El de Tarifa” hijo de Alfonso X El Sabio.
De esta época es la construcción de las Tercias, almacenes de trigo donde se pagaban los diezmos a la Iglesia por los villanos de este lugar.
Es a principios del siglo XIV cuando se concede en Señorío a D. Diego Fernández de Córdoba pero se inicia un pleito en su contra y lo recibe definitivamente al final del siglo.
Pasadas unas centuria en el siglo XVI esta familia ordena construir la Iglesia de Santa María La Mayor y el Convento Madre de Dios.
Durante el siglo XVI se produce un gran crecimiento demográfico y en el siglo XVII aparece una crisis económica profunda en el campo de la agricultura, favorecida por las guerras internacionales (Guerra de los 30 Años) y la expulsión de los moriscos.
En el siglo XVIII hay un despegue económico y la agricultura va a ser muy importante en la economía de la ciudad, aunque caracterizada por un mal repartimiento de la propiedad (el latifundismo) y un gran número de campesinos sin tierra.
Tras la Guerra de la Independencia en el siglo XIX, fue lugar de correrías del famoso guerrillero, el Brigadier Francisco Abad Moreno “El Chaleco” quien dirigía su partida de patriotas y fue el azote de los invasores franceses por sus acciones bélicas en la comarca de Despeñaperros
A principios del siglo XIX, tiene su protagonismo por su proximidad a Bailen, donde se escenifica, la célebre batalla de la Guerra de la Independencia, contra los franceses.
Tras la proclamación de la Constitución del 1812 y la abolición de los Señoríos supuso una esperanza para la redistribución de la tierra pero después tras la Desamortización del 1835 de Mendizábal, las tierras volvieron a sus anteriores propietarios, frustrando la esperanza de la redistribución de la propiedad. Un ejemplo ilustrado fue en 1821 donde se produjo el reparto del Monte Horquera príncipe y se privatizaron 8000 fanegas de tierra y sus nuevos propietarios por carencia de recursos vendieron dichas propiedades que fueron adquiridas por las personas más hacendadas.
En el año 1833, Javier de Burgos, ministro de Fomento, realiza la división administrativa del reino de España, e inscribe a Montemayor, dentro de la provincia de Córdoba.
Las Cortes de Cádiz suprimían los Señoríos jurisdiccionales mediante el Decreto del 6 de julio de 1811, pero una vez derrotados los franceses y expulsados de España, los avatares políticos (vuelta al absolutismo) hicieron frenar las reivindicaciones de los ayuntamientos de recuperar la plena jurisdicción sobre el territorio del municipio y sería en 1834, cuando tras la introducción del régimen liberal, definitivamente queda abolido el régimen señorial.
A lo largo del siglo XIX, durante la vigencia de los distintos gobiernos liberales se van a producir las “desamortizaciones” que es un proceso de expropiación o nacionalización de las propiedades de la Iglesia en concepto de venta de los llamadas “manos muertas”, nombre que recibieron las instituciones como la Iglesia y los Consejos que no podían vender sus tierras.
Las Guerras Carlistas, iniciadas contra el gobierno liberal tenían a los insumisos del norte (vascos y navarros), catalanes y valencianos, todos juntos a una activa Institución, que será la Iglesia, quien avivaba desde el púlpito la sedición y rebelión contra la monarquía liberal y ésta, inició el proceso de “desamortización de los bienes de la Iglesia” para poder sufragar con medios económicos la formación de un ejército, dotado de pertrechos y soldados para combatir a las partidas facciosas que querían imponer por la fuerza, el régimen absoluto.
A mediados del siglo XIX en 1854 se produjo una epidemia de cólera asiática en España y afecto a la localidad de Baena con 700 víctimas y también el hambre de las clases humildes hizo un decrecimiento demográfico en Baena.
Posteriormente se suceden otros pasajes históricos como la Revolución y Constitución del 1869, el gobierno provisional del general Serrano, el reinado de Amadeo I de Saboya, la I República en 1873, período que termina con el golpe del Estado del general Pavía, quien entra con las tropas en el Congreso en 1874, seguido por el pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto en el año 1874, imponiendo por la fuerza de las armas, la Restauración de la monarquía borbónica, en la persona de Alfonso XII.
A lo largo del siglo XIX, se consolida como villa importante y tras el incremento demográfico, se produce una expansión en las actividades productivas, especialmente la segunda mitad del siglo XIX.
En el siglo XX se incrementó el casco urbano de Baena por el ascenso económico que supuso la producción de Aceite de Oliva Virgen Extra incluyendo su denominación de Origen propia.
En mi libro: “La España critica….una Iberia posible” comento esta tragedia humana y manifiesto:
“Desgraciadamente, la anarquía existente en las dos Españas enfrentadas, trajo, sin por ello olvidar, otras sangres inocentes derramadas, con los métodos represivos de los dos bandos, que usaron la extrema dureza.
Vamos a recordar, dos víctimas de esta barbarie, la desaparición de dos personajes, que la sufrieron, en su persona, dos genios de la pluma, Federico García Lorca y Ramiro de Maeztu, inútilmente sacrificados, por el odio enfermo de los contendientes. Olvidemos para siempre esta tragedia, con su memoria histórica y sepultemos definitivamente, la triste realidad, que denunciaba Mariano José de Larra, del convulso periodo decimonónico: “Aquí yace media España, murió de la otra media”.
Recordemos tiempos pasados, donde reinaba la armonía en el pueblo y todo el estrato social, participaba en actos colectivos como se refleja, el gran genio pictórico, Francisco de Goya, en su obra “La Pradera de San Isidro” con escenas de fiestas, alegría común y jolgorio popular y en otros como “La carga de los mamelucos” donde todo un pueblo unido, participa en su lucha contra el invasor francés.
En esta escena de la Guerra de Independencia, ya un ilustrado, de mente privilegiada, D. Melchor Gaspar de Jovellanos, hacía su análisis personal y decía: “España no lucha por los Borbones, ni por los Fernandos; lucha por sus propios derechos, derechos originales, sagrados, imprescriptibles, superiores e independientes de toda la familia o dinastía. España lidia por su religión, su Constitución, por su leyes, por sus costumbres, sus usos y en una palabra, por su libertad…”
También hay que mencionar unos excelentes caldos procedentes de sus viñedos, incluido la Denominación de Origen Montilla-Moriles y a su riqueza cereal.
En Baena se han desarrollado en el segundo tercio del siglo XX una red de cooperativas que están dedicadas a la confección industrial y otras actividades que cubren el empleo de una población en el entorno de veinte mil personas que residen en este lugar.

Terminada la guerra transcurre su historia dentro del régimen de Franco hasta que en el año 1977 se incorpora como villa, tras la Ley de la Reforma Política al nuevo sistema democrático actual.