La economía de esta bulliciosa
ciudad se sustentaba en el
comercio con los mundos
atlántico y mediterráneo, en la
pesca del atún y en la exportación de la salsa de vísceras de
pescado llamada gáron, el garum de los
romanos. Tanta o
mayor fama que el gáron tenían las bailarinas
gaditanas (las puellae de
Gades) y los arrojados
marinos que desde la ciudad exploraron el Atlántico hasta el
mar del Norte o el golfo de Guinea.