La Casa del Cura
Aquí, detrás de esta bonita fachada que oculta un terreno baldío, se encontraba hace muchos años, la casa del cura de Nieva, cuando había cura, aunque por lo general lo había.
En ocasiones, funcionó allí la escuela y en su patio recuerdo haber jugado con otros niños.
Maestros?: Don Enrique, Miguel Aquilino, otros…?
¡Ah!, en ese patio también nos hacían cantar el cara al sol, pero sin la camisa nueva.
Esa pared de la Iglesia que en la foto está cubierta de andamios, que linda con el baldío y en los tiempos que les comento, lo hacía con el patio de la abandonada casa del cura, estaba llena de pequeños agujeros de unos 20cm. de diámetro, que supongo eran donde apoyaron los andamios cuando la construyeron, pues entonces no existirían las actuales estructuras metálicas.
Esos agujeros, en verano se llenaban de nidos de gorriones, parte de cuyas brozas quedaban colgando.
En las horas del medio día, horas que en verano se destinan a la siesta, los chiquillos solíamos jugar hasta que era la hora de volver a sacar a pacer a las ovejas y cabras. Esos chiquillos y otros no tan pequeños formaban (formábamos) una horda munida de cañas y ganchos que invadía el patio a que hacía antes referencia y efectuaba mil piruetas tratando de alcanzar los nidos, subiéndose a los techos y colgándose de donde podían. En aquellos tiempos y a esa edad, todo era válido para coger un nido, un pájaro.
Aquí, detrás de esta bonita fachada que oculta un terreno baldío, se encontraba hace muchos años, la casa del cura de Nieva, cuando había cura, aunque por lo general lo había.
En ocasiones, funcionó allí la escuela y en su patio recuerdo haber jugado con otros niños.
Maestros?: Don Enrique, Miguel Aquilino, otros…?
¡Ah!, en ese patio también nos hacían cantar el cara al sol, pero sin la camisa nueva.
Esa pared de la Iglesia que en la foto está cubierta de andamios, que linda con el baldío y en los tiempos que les comento, lo hacía con el patio de la abandonada casa del cura, estaba llena de pequeños agujeros de unos 20cm. de diámetro, que supongo eran donde apoyaron los andamios cuando la construyeron, pues entonces no existirían las actuales estructuras metálicas.
Esos agujeros, en verano se llenaban de nidos de gorriones, parte de cuyas brozas quedaban colgando.
En las horas del medio día, horas que en verano se destinan a la siesta, los chiquillos solíamos jugar hasta que era la hora de volver a sacar a pacer a las ovejas y cabras. Esos chiquillos y otros no tan pequeños formaban (formábamos) una horda munida de cañas y ganchos que invadía el patio a que hacía antes referencia y efectuaba mil piruetas tratando de alcanzar los nidos, subiéndose a los techos y colgándose de donde podían. En aquellos tiempos y a esa edad, todo era válido para coger un nido, un pájaro.