RODALQUILAR: En estos momentos estoy recordando un día en la escuela...

En estos momentos estoy recordando un día en la escuela de D. José: recuerdo como esperábamos varios niños a la puerta en aquel pequeño portal ó porche a que abriera nuestro maestro aquella puerta verde. Mientras tanto, nos entreteníamos en algún juego hasta que, aquel niño que se le daba bien el cante y que vivía en La Ermita se arrancó cantando una canción que decía así. "dame limosna de amores, Dolores, dámela por caridad... no me niegues mi serrana el agüita de beber..."
Aquel niño, tenía gracia cantando; no recuerdo bien cuál era su nombre; pero, podría ser Juan Antonio, Juan Manuel, José Antonio ó José Manuel y era mas bien bajito.
Creo que, antes de entrar en clase, nos dirigíamos hacia la bandera para cantar
el himno que todos aprendimos en aquellos años.
Una vez en el interior de la escuela, D. José nos mandaba repasar la lección que nos había puesto el día anterior. No quería nuestro maestro, que diéramos de carretilla las lecciones; lo que quería era que, cada uno, explicara lo que había leído y si habíamos comprendido lo estudiado (en aquellos años, algunos maestros, casi obligaban a que, los alumnos aprendieran de carretilla como si de una canción se tratara y el resultado era que, no se enteraba nadie, de lo que se había estudiado).
Recuerdo aquella libretita cuadriculada donde escribíamos los análises gramaticales, dibujos, problemas y muchas mas cosas que sería muy largo de contar; había que escribir con buena letra procurando no tener faltas de ortografía. La enciclopedia Álvarez, que contenía las asignaturas de historia de España, geografía, geometría, ciencias naturales, historia sagrada, aritmética...
Recuerdo aquel juego de lápices de colores Alpino, la pluma que mojábamos en aquel tintero de plomo que, estaba dentro de un agujero del pupitre, el papel secante, la regla, como hacía D. José la tinta en una botella cuadrada.
Recuerdo cuando ensayábamos los del coro y como escogió nuestro maestro a los componentes de este grupo; nos hizo cantar a todos los de la escuela, una canción muy popular y él, mientras iba poniendo el oído cerca de la boca de cada
niño para oir su voz y así sabía si tenía la voz chillona ó desafinaba. Si era así, no le valía para el coro.
Disculpar que, este comentario se os haya hecho largo pero, es que, hablando de mi colegio y del profesor que tanto aprecié y admiré, se me hace difícil dar por terminado este escrito. Aún tengo más para contar de mi colegio, pero sería abusar demasiado de vuestra confianza.
Saludos de Manuel Méndez Compán.