Como los relatos de Peña... los leo más de una vez.... siempre descubro algo nuevo.
Me ha llamado la atención esta vez, los nombres de los valles.... Valle Gordo, Valle Grande, Valle Chico...... desde luego, nombres prácticos, sencillos... como los mismos Omañeses....
Siempre me gustaron los nombres descriptivos, que te dicen algo del lugar....
Hola Ana y B. M.,
Los acerijos casi siempre tienen, además de hacer que nos estrujemos los sesos un rato o provocar la risa estruendosa o sólo dibujarnos una sonrisa, una enseñanza que intenta promover valores como era el caso de éste, basado en un refrán que pretendía ensalzar la previsión. Supongo que cumplió, en parte la función, ya que pasados los años, recuerdo el hecho y hasta los ingredientes de las diez de aquella mañana. Otro valor que han transmitido nuestros antepasados ha sido, como muy bien apunta B. M., la sencillez, demostrada entre otras muchas cosas en la formación de topónimos por opuestos.
En La Lomba tenemos ejemplos, no muchos porque tampoco da mucho de si la orografía: el Monte de Arriba y su opuesto el Monte de Abajo; la Fuente de Arriba y, claro está, la de Abajo; el bago u hoja de Arriba y el de Abajo; las huertas de Arriba y las de Abajo; las Peñas de Arriba y las de Abajo; el Camino Nuevo del Castillo y el Camino Viejo; la Iglesia Vieja y la Iglesia, supongo que aquí ya no se le da el calificativo de nueva, porque ya sólo ella cumple con la función de Iglesia, ya que la Vieja, sólo le quedan en pie las cuatro paredes, y las dos bóvedas de cañón del crucero y ahora funciona como Campo Santo o cementerio; los pros del Río de Arriba y los praos del Río de Abajo, y no había dos ríos. Solo se paseaba en su estrcho valle el río Negro que cuando creaba la posibilidad de hacer un desvío de sus aguas con un pequeño "puerto"se levantaba un molino de agua para mover las pesadas muelas de piedra y convertir en harina el "pan". Hay otros topónimos como los Rozos, que eran tierras de pan que se habían ganado al monte arrancando las tampas y las urces. Eran Rozos porque estaban rozando el monte. Los Quiñones. Eran lotes iguales que se habían repartido en alguna herencia o extensión de zona arbórea que se adjudicaba a cada vecino para tener leña para el año. Se calculaba que todos fueran iguales. También se hacían quiñones para la corta de "fullacos", que servían para hoja y para leña. Peñas del Contador, peñas situadas en zona estrecha y de obligado paso del ganado menudo, donde el pastor podía contar las cabezas de la vecera y saber si algún hatajo se le había quedado atrás. La rodera de la devesa, camino entre robles centenarios que formaban una devesa. El oseo, zona sombría contraria a la solana. Los campares de la Fragua y los Campares de los Molinos, La Molineta. La fuente de la Devesona, enclavada en una devesa de robles. Las Llamas eran praos que no solían tener agua. La Vallina de Llameras, era la única vallina que no tenía alguna fuente. Y para acabar con topónimos Peña Valdevés, que no Peña Mondabés, seguramente porque era ir a aquel mirador y ver de balde una gran panorámica con Castillo incluído.
Un abrazo.
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