Al menos una vez al año procuro volver por Corral. Allí y gracias a mi familia, Miguela, Edu y Mónica, estoy tan a gusto que me siento como en casa. Gracias por ese sentimiento de cariño. Un beso Cristina

Acabo de llegar de la Cañada. Nunca he podido entender cómo un pueblo tan pequeño puede ser tan grande con los que somos algo de allí y mucho de otro lado.
Estar en esas calles, entrar en su iglesia, pasear por el muro y compartir la comida de hermandad ha sido toda una vuelta a mi infancia, cuando hacía todas esas cosas en compañía de mis abuelos. Ahora después de algunos años sigo sintiendo el mismo cariño entrañable. Un saludo y gracias a todos

Recuerdò cuando vivían mis abuelos y cada verano íbamos al pueblo, mi madre nos iba diciendo los nombres de cada cuesta, de cada campo. Lo pasabamos bien y todabía hoy me parece ver a mis abuelos en la carretera a la altura del muro diciéndonos adios hasta que dejábamos de verlos pasando el cementerio.
Mi abuelo era Angel el guardilla y mi abuela Gregoria