Había que tener cuidado de que nada fallara, sobre todo en lo que concernía a las invitaciones. La noche anterior, a pesar de estar ya avisados todos los invitados con suficiente antelación, los familiares de los novios organizaban sus grupos e iban de casa en casa recordando que la boda sería a la hora ya determinada. Era una breve visita que duraba el tiempo imprescindible para tal comunicación. Pero que no se olvidara a nadie porque podía ser motivo de no asistencia por los que, muy susceptiblemente, consideraban ese olvido como un agravio.