VILLAR DEL REY: UN EPITAFIO COMO ANILLO AL DEDO Haciendo una...

UN EPITAFIO COMO ANILLO AL DEDO


Haciendo una visita al cementerio de nuestro pueblo, me entretengo en leer los nombres, ver las fotografías y las imágenes representadas en cada lápida, mientras rezo un padrenuestro por todos los difuntos, especialmente por familiares y amigos.

Al salir, una frase escrita en una lápida llama poderosamente mi atención: “Tuve hambre y me diste de comer”. “Tuve sed y me diste de beber”. Sigo leyendo y el nombre de la persona a la que dedican estas frases es MARINA GARCíA TEODORO y pienso: “un epitafio como anillo al dedo”.

Creo que todos estaréis de acuerdo conmigo. Si ha habido una persona que se ha preocupado en nuestro pueblo por todos aquellos que pasan o han pasado calamidades, esa ha sido Marina. Si ha habido alguien pendiente de los más necesitados, Marina. Si ha habido alguien con necesidad de ser consolado o visitado, allí estaba Marina.

Con su muleta y sus piernas hinchadas al máximo, Marina recorría las calles del pueblo, haciendo visitas, entregando donativos, vendiendo loterías de Cruz Roja, de Caritas, de cualquier parroquia; cobrando las cuotas de la Virgen de la Ribera, de las revistas de “ El mensajero”, “La sagrada familia”; llevando la capilla de tal Virgen desde una casa hasta la casa siguiente. Y cuando llegaba a casa de su hermana Ani, se tiraba en un sillón, cansada pero dispuesta a reanudar su tarea al día siguiente.

Cada año, el día 2 de Enero, era la primera que se presentaba en el lugar donde se estaba preparando para la organización de la Cabalgata de Reyes. Me decía: estos son los niños y los ancianos a los que tienen que visitar los reyes este año y me daba un papel con los nombres, las edades y las direcciones y una recomendación final, antes de marcharse: “no os olvidéis de ninguno”.

últimamente me decía. “ya, gracias a Dios, no hay tantas necesidades como antes en nuestro pueblo, pero tenemos que ayudar a esos pobrecitos del extranjero y a los de Cottolengo”. Y hacía un gran paquetón con ropas y comidas y allá que lo mandaba a las misiones de tal o cual sitio.

Cada año, al pasar la Cabalgata por su puerta, a voces me decía: “Guárdame todos los caramelos que te sobren, que los tenemos que llevar al Cottolengo el mes que viene” . Y ya cuando íbamos más abajo: “Habéis pasado por todas las casas que os dije”

Esta era y es nuestra Marina. La amiga de la caridad. La “Maestra” de muchos niños y niñas, quizás de algunos que estáis leyendo estas líneas.

El recuerdo de Marina perdurará en nuestras mentes durante muchos años, pero vendrán otras generaciones que no la conocerán y no sabrán nada de su hermosa labor, a no ser que al pasar por una esquina de una de las calles de nuestro pueblo se lea su nombre y cualquier persona pregunte ¿Quién era Marina García Teodoro?

Jesús Santiago Pérez.
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