LA HABA: LA HABA. AYER Y HOY (Breve ensayo de historia)...

LA HABA. AYER Y HOY (Breve ensayo de historia)
AUTOR: Antonio Reseco González
AÑO: Junio de 1977
(Capítulo 5)

LA RECONQUISTA

Un nuevo cambio iba a realizarse en la Historia.
En 1156 nació en Salamanca una Orden Religiosa y Militar que se puso a disposición del rey Alfonso IX de León para luchar contra el moro. La aprobó el rey, y la confirmó el Papa Alejandro III (Rolando Bandinelli) en 1177. Primero se llamó de Pereiro, pues allí lucharon contra los moros sus iniciadores. Luego tomó el nombre definitivo de Alcántara porque allí se estableció su sede oficial y fue el primer feudo que el rey concedió a la Orden. Su distintivo era una cruz formada por cuatro lirios de color verde dentro de un círculo. Su regla era la del Cister. Tenía mucho que ver en secreto con los templarios. Su máxima autoridad era el Maestre. Su hábito, armadura metálica de caballero con túnica corta y capa larga, sin faltar la espada colgada del cinto. Sus fundadores fueron Don Suero Fernández Barrientos y su hermano Don Gómez, siendo rey Don Fernando II de León. Sus nombres: “Caballeros de Alcántara”, antes “San Julián de Pereiro”. Su primer Maestre fue Don Gómez Fernández Barrientos. Religiosamente exenta y con jurisdicción propia por concesión del Papa Lucio III (Ubaldo Allucinoli) en Bula del 4 de abril de 1183. Hasta 1546 fueron obligatoriamente célibes, consagrados a la guerra contra el moro. La Orden murió con el último Prior caballero en Villanueva de la serena el año 1911.
El Reino de León tenía al sur el duro freno, el impenetrable muro, del reino árabe de Badajoz, la antigua Pax Augusta de los romanos. Era la actual Extremadura (= extremos duros del Reino de León). Durante varias generaciones anduvieron las fronteras y campos de batalla por estas comarcas. En ellas se libraron frecuentes y fieros combates entre moros y cristianos, por estar firmes y defendidas con castillos inexpugnables.
En tales difíciles circunstancias La Haba no podía ser habitada.
Por tanto este término no se vio libre de la guerra hasta que Magacela no fue definitivamente conquistada. No lo consiguió Alfonso VIII en el verano de 1189, aunque lo pretendió. O tal vez lo consiguió y la volvió a perder.
Al fin, tres años antes de unirse León y Castilla en la corona de San Fernando III, o sea, en 1227, el quinto Maestre de los Caballeros de Alcántara, Frey Don Arias Pérez, ganó para su Rey las plazas de Trujillos, Magacela, Zalamea, Mojáfar, Medellín y Benquerencia. El rey Alfonso IX de León se lo dio para que lo gobernara. Lo cual hizo Frey Don Arias y sus sucesores con mucho acierto a partir de esta fecha y después en los tiempos de San Fernando III y los demás reyes de Castilla y León unidos.

EL PRINCIPIO DE LA PAZ

La Comarca de la Serena quedó en manos de la Orden de los Caballeros de Alcántara tras la cristianización de Magacela. Era la mejor época. La de apogeo de la civilización cristiana! Lástima que tuvieran que hacerlo todo a base de guerras y matanzas ¡Los grandes secretos culturales célticos, arábigos y de oriente eran estudiados y digeridos por las órdenes religiosas, principalmente benedictinos y sus afines los caballeros (“kabal-leros” = poseedores de los grandes secretos que siempre usaron, al menos en los siglos XI y XII para el bien de sus hermanos los otros hombres). Así resultaban los más preparados para la dirección social. Y los reyes lo sabían, por eso depositaban en ellos su confianza. Así pues, los reyes se reservaban los asuntos del interior, de la guerra y de las relaciones internacionales. La sanidad, la cultura, la economía, la industria, la agricultura, y a veces hasta la hacienda, y más aun el trabajo, la educación, obras públicas y hasta la justicia, quedaban en las manos de la Iglesia. Por eso la Orden de Alcántara tuvo desde el principio plenos poderes en esta zona extremeña.
Una de las cosas que contribuyeron a la reconstrucción y población de La Haba fue la promoción que recibió entonces la agricultura. El lugar de “la aba” era idóneo para vivir los colonos de las tierras circundantes, ya que ellas eran ricas y prometedoras. La agricultura era la industria de entonces, y los caballeros de Alcántara procuraron evitar el hambre. Para encontrar trabajo solo era necesario gozar de la amistad de los caballeros y pedírselo.
Así empezaron las cosas.
Don Ruiz Vázquez era un hombre bueno, tan probado que había sido Maestre de la Orden. En 1318 se hizo cargo, recibiéndola de su tío Don Suero Pérez, Maestre electo al salir él, la plaza de Magacela como encomienda para toda su vida.
Transformó y organizó la vida religiosa de la villa. Convirtió en templo cristiano la Mezquita del castillo. Y pienso que construyó, o al menos comenzó a construir, la Ermita de la Virgen junto al Ortiga dedicada a Santa María, para que fuera el lugar de peregrinación e iniciación cristiana de los feligreses de todos estos campos, no sólo de los vecinos de Magacela. Esta Ermita más tarde no estaría sola en la comarca, y además quedaría incluida en el término municipal exento de La Haba.
Después se construirían iglesias parroquiales y se nombrarían párrocos en Villanueva de la Serena, surgida de la nada, y la resucitada La Haba, en el siglo XIV.
Las casas comenzaron a elevarse y las tierras a dar sus trigos.
Las piedras de estos canchales volvieron a vivir y a dar vida.
Villanueva y La Haba crecieron a la sombra de Magacela, mientras Don Benito creció cobijado por Medellín.
Ha nacido una nueva planta en un viejo tiesto. Cuando el último Maestre, Don Juan de Zúñiga, ayudado por los Reyes Católicos, ponga su sede en Villanueva, La Haba será la planta crecida que empieza a florecer.
Reconstruir era fácil, pues los cimientos eran naturales y fuertes, y el resto de los materiales estaba allí mismo, en su cantera.
La vieja semilla caída en tierra despertaba para brotar de nuevo.