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DEZA: Me alegro, pefeval, de que hayas desistido de tu primera...

He encontrado este bonito y humano relato que hace mención a nuestro pueblo, titulado “La vida en un pueblo de Castilla”, cuyo texto transcribo en parte, escrito por el Rdo. P. Pedro Hernández, Claretiano. Durante toda su vida se ha dedicado a la enseñanza superior, en principio en los seminarios Claretianos de España donde enseño filosofía. Después, durante 28 años ha enseñado filosofía en la Universidad católica de Panamá. Tiene un doctorado en filosofía por Chicago. Me gustaría saber la relación que tuvo o tiene con Deza. Estoy seguro de que algún forero sabrá algo al respecto:
“La verdad es, mis queridos lectores, que he quedado impresionado por la vida real que he encontrado en un pequeñito pueblo de Soria, Deza, Castilla la Vieja. En él viven mis hermanos y esta es la razón por la que tuve que experimentar y vivir, a todo dar, permitidme la expresión, y digo a todo dar, porque me parecía imposible encontrar una vida más humana y abierta que la que he podido vivir allí. Francamente estoy impresionado. Y es que la vida real, en el fondo es muy sencilla, como la que se vive en algunos pueblos de esta tierra de España, quizá como contrapartida a la que opuestamente ampliamente aquí se vive y nosotros vivimos.
Por supuesto la vida aquí, está de más decirlo, también es muy sencilla. Es un pueblo abierto a la meseta de Castilla, sin pretensiones, ahora, que en otro tiempo las tuvo, y de señorío, cubierto por un azul celeste de verano que se refleja la vida alegre y al mismo tiempo sensible de estas gentes, que además se dan el gozo de conformar sus oídos al aire de la corriente del bello Henar……”
Después habla de la Iglesia, de las costumbres y de la idiosincrasia del pueblo con todo lujo de detalles.
Un saludo

Sería interesante, pefeval, que no te guardases sin traer aquí todo lo que dice este claretiano de Deza. Un saludo.

Recibo un E-mail de un gran amigo que ha leído en el foro mis participaciones sobre “La vida en un pueblo de Castilla” del P. Pedro Hernández y, amablemente, me informa acerca de la vinculación que este filósofo tiene con Deza. Yo lamento no haberle conocido porque, por su manera de escribir, intuyo que es una gran persona además de un erudito escritor. Mi buen amigo me dice que es hermano de Mercedes (q. e. p. d.), de Elías (que vivía en casa de Guillermo “El Niño”, de Félix y de Visi, esposa de Domingo Vicioso. Recuerda este amigo que Mercedes y Florentino, su marido, cantaban jotas maravillosamente a dúo.
Paso a transcribir otro párrafo de su artículo:
“…y es que comparado con el mundo normal, actual, para decirlo con otra palabra, que uno vive, pues, es, o una vivencia plena y clara de lo humano, a mi parecer, y muy confortable por cierto,- apostaría además, a que todos se sienten bien en esta referencia, -y nosotros entonces estamos equivocados, o ellos viven en el pasado, y traducen una vida a nuestros días, que no tiene que ver con la realidad humana y sus valores. Sin embargo, tengo que afirmar, que viven una vida perfecta de hoy, que tienen coches y TV, y rostros que expresan alegría y dolor como en nosotros, pero que viven de una manera muy diferente que nosotros. Y quiero recalcar esto, que viven completamente felices…Pero hombre, y ¿cómo sabe usted esto? Pues, porque conviví con ellos y pude constatar en mis muchas andaduras por el medio de ellos, sus experiencias del todo auténticas y que reflejaban una conciencia clara, nunca dividida. Hoy lo más común es vivir una doble vida y esperar que desde ahí se nos alargue un poco de esperanza. Allí pude asegurar que el noventa por ciento del pueblo con quienes hablé, son tal como se expresan y viven. Lo que nos manifiestan es una vida clara, y que viven en la seguridad de que lo que hacen les aprovecha y realiza, y no solo eso, sino que están seguros de que con su hacer benefician a los demás, o mejor, que hacen conforme los demás esperan de ellos.
Por supuesto que hay pueblos y pueblos, y eso me lo conozco muy bien. Pero la naturalidad al obrar tampoco se puede disimular, y cada pueblo tiene la suya. Y lo humano es natural, pero sobre todo personal, muy personal. Y es así, desde lo personal, como aprendí a ver que es posible que alguien enferme y que todo el pueblo se entere en un momento, como si quisiera estar enfermo con él o por él, y la gente se mueva para ver qué se puede hacer con el enfermo o en todo caso preguntar por él, y saber qué tiene, y, cómo le va. Lo que quiere decir, y esto es bien interesante, que sabiendo cada uno a qué familia pertenece el enfermo, se van a la casa de la familia de dicho señor o señora enfermo o enferma, y allí se pasan sus ratos hablando en principio, y un poco sobre qué es lo que el Fermo tiene o ha sufrido en momentos anteriores, se enteran de todo lo que al enfermo pertenece, y de su situación concreta en la mejor voluntad de ver y hacer todo lo posible por su salud, pero sobre todo, se consuelan mutuamente, lo que, de paso, es muy Cristiano, y así creo que ellos lo viven, pues eso es lo San Pablo nos dice en sus caras sobre la conducta y hacer de los primeros cristianos, y su hacer,, a no dudarlo busca lo mismo, y por ello puedo decir que todos, hablando de un tema u otro, gozan de un buen rato de alegría y amor compartido entre los presentes. No otra cosa puede observarse en los rostros de los que salen de estas visitas”.
Un saludo.

Me alegro, pefeval, de que hayas desistido de tu primera idea de no querer publicar el resto del P. Pedro Hernández. Merecéis que se publique, sin duda. Espero que continúes en cuanto tengas ocasión.
Un saludo.