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DEZA: La pingada del mayo se ha celebrado tradicionalmente...

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Aunque hay variaciones de unos lugares a otros, el acto inaugural, obviamente, consiste en ir a la chopera o pinar en busca del árbol al que previamente han echado el ojo y elegido los mozos. En tiempos, podían ser los “quintos” de ese año los que lo elegían y después iban a recogerlo en un carro repleto de mozos. (Actualmente, el traslado se realiza con tractor y la fiesta suele trasladarse al fin de semana y en algunos pueblos se hace coincidir la pingada con las fiestas patronales.) Una vez cargado el árbol, “mayo”, se transportaba hasta la plaza, entre cánticos y bailes populares, y allí se pingaba.

Pero pingar el “mayo” es tarea compleja y se necesita habilidad, fuerza y mucha maña. Los jóvenes, y los que no lo son tanto, se las ingenian como buenamente pueden para conseguir izarlo hasta la verticalidad, encajando su base dentro de un hoyo previamente realizado en el suelo y fijándolo en su estabilidad mediante cuñas de madera.

Se servían (y se sirven) de maromas, horquillas, cuñas y escaleras. También se usan sogas. Mientras van contando y tirando al unísono. En más de una ocasión, más bien casi siempre, se han necesitado refuerzos, soliendo ser los casados, los que han estado dispuestos a echar una mano, de lo que da fe el dicho irónico de las mozas: «Vítores a mayo que te empinaron, pero fue con la ayuda de los casados».

La pingada del mayo se ha celebrado tradicionalmente a mediodía del día primero de mayo, pero puede hacerse por la tarde e incluso por la noche como en las marzas. El ritual y todos los actos que lo rodean, han sufrido muchas variaciones en cuanto a la forma de llevarlo a cabo, debido a diferentes causas. En algunos lugares, a partir de las doce de la noche se encenderá la hoguera y se coloca el pendón de Castilla. La fiesta continúa con el reparto de chocolate, bizcochos y orujo, entre bailes y cantos, o amenizado por algún grupo de dulzaineros.
En algunas comarcas, una vez descortezado el árbol, se untaba de jabón o manteca para que quienes pretendieran encaramarse hasta la picota lo tuvieran difícil. Algunos jóvenes, en un gesto de hombría, o virilidad, algo tan denostado hoy por algunas feministas confusas, pretendían demostrar su destreza trepando para conseguir el obsequio, que consistía en frutas, flores o ramas del propio mayo. Una vez pingado, los solteros y las solteras danzaban alrededor del mayo sosteniendo cintas, a la espera de que se entrelazaran con las de su amor esperado.

Celebración primaveral, para algunos estudiosos, con connotaciones rituales totémicas a la divinidad primaveral, el renacer cíclico de la vida vegetal, o de los árboles. La tradición de pingar el mayo forma parte de una serie de ritos encaminados a conseguir una cosecha abundante, a celebrar el fin del invierno y a festejar la recolección de los primeros frutos algo que se ha ido perdiendo con el paso de los tiempos; incluso de claro simbolismo fálico, como mes amoroso por excelencia, para otros.