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DEZA: Bonito el poema de tu tocayo Machado que mencionas,...

Reivindicando a este castellano de pro que responde por Rodrigo Díaz de Vivar.

Cuando observas que franceses, ingleses... asumen su pasado sin complejos ni fanfarrias, duele que aquí despreciemos nuestra historia, la que ha hecho ser lo que somos, ni mejores ni peores, pero nosotros. (En Castilla nadie es más que nadie reza un hermoso adagio castellano.)

El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
(Estribillo) El ciego sol, la sed y la fatiga
por la terrible estepa castellana
al destierro con doce de los suyos
polvo, sudor y hierro, el Cid cabalga.

Buen Cid, ¡pasad! el rey nos dará muerte; arruinará nuestra casa y sembrará de sal el pobre campo que mi padre trabaja. ¡Idos!, que el cielo os colme de venturas.
En nuestro mal, ¡oh Cid!, no ganáis nada. Calla la niña y llora sin gemido.
Un sollozo infantil cruza la escuadra de feroces guerreros y una voz inflexible grita: ¡en marcha!

Bonito el poema de tu tocayo Machado que mencionas, Manuel. Sobre el Cid se ha escrito mucho y, últimamente, creo que están tergiversando y desvirtuando su historia. Con el afán de escribir un bet seller, muchos autores modernos son capaces no dejar títere con cabeza buscando fantasías que resulten comerciales para vender sus libros, hasta el punto, como en El Codigo da Vinci donde casan a Jesucristo con la Magdalena.
Aunque la vida del Cid está rodeada de leyenda, ha sido estudiado con rigor por muchos especialistas como Menéndez Pidal, y así conocemos su personalidad, sus hazañas, su familia y hasta el nombre de sus espadas y de su caballo.
El Cantar de su destierro, tras la Jura de Santa Gadéa, el Cantar de las bodas de sus hijas, y el de la Afrenta de Corpes nos cuentan parte de su vida y, aunque traten de desvirtuarlo, para Castilla y sus sencillas gentes, fue un gran héroe tal como entonces se le reconoció:
“Dios, que buen vasallo, si oviese buen señore”
Recuerdo que en la escuela leíamos un libro que decía:
Por necesidad batallo,
y una vez puesto en la silla
se va ensanchando Castilla
al paso de mi caballo"
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Y aquella otra, cuando vuelve victorioso a San Pedro de Cardeña:
Aquí os traigo rendidos
otro reino y cien fronteras,
que os quiero dar tierras mías
aunque me echéis de las vuestras.
No olvidemos que la leyenda es una de las fuentes de la historia.
Un abrazo.