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BERNUY DE COCA: A LAS MADRES DE FAMILIA (romance de ciego)...

Buenas noches, amigos. De esto que os paso sabemos algo por nuestras tierras.

Los “Romances de Ciego”
Generalmente eran de autor anónimo y versaban sobre relatos de hechos más bien recientes y localizados a la época y lugar en que se recitaban, que impresionaron a las gentes por su dramatismo o truculencia, o por su desenlace trágico.
Los ciegos e inválidos solían relatar estos romances en los mercados y plazas de nuestros pueblos y ciudades generalmente cantando; a veces acompañados del típico violín, rabel o zanfona. Casi siempre mostraban también un gran tablero con las figuras del romance representadas, y cuyas escenas iban señalando con un puntero de palo.
Los romances de ciegos solían comenzar con una llamada de atención al personal similar a ésta:
"Hombres, mujeres y niños,
mendigos y caballeros,
paisanos y militares,
carcamales y mancebos.
El que ya no peina canas
porque se quedó sin pelo,
y el que el tupé se compone
con bandolina y ungüento..."

El final siempre solía ser una invitación a la compra del pliego, si les había gustado el recitado:
"Y aquí se acaba el romance
que en el pliego escrito está,
sólo dos céntimos cuesta
a quien lo quiera llevar".

A LAS MADRES DE FAMILIA (romance de ciego)

A las madres de familia voy a darles un consejo,
y es que cuiden de sus hijos como ellas saben hacerlo.
Y de este modo verán como cortan mil peligros
de los que constantemente rodeando están a los niños,
y de los cuales no pueden defenderse, ¡pobrecitos!.
En un pueblo de esta tierra, hace poco ha sucedido;
un criminal portugués, disfrazado de mendigo,
llamaba de puerta en puerta siempre con este estribillo:
" ¡Dadme un pedazo de pan, dádmelo pronto hermanitos!
¡Dadme si no una limosna, pues de hambre estoy muertecito!".
Lo decía con tal pena, sabía tan bien fingirlo,
que de él se compadecían los hombres y hasta los chicos.
Llamó una tarde a la puerta, de ella salieron dos niños,
y por remediar su hambre le dieron dos panecillos.
Él, con caricias y halagos, fue convenciendo a los niños;
les enseñó unos billetes diciendo: "Venid conmigo,
y serán para vosotros y entonces seréis muy ricos.
Comprareis muchos juguetes, os harán muchos vestidos,
y comeréis muchos dulces de los más caros y finos!".