En los bustos relicarios, ocho hornacinas, de los cuales sólo se conservan cuatro busto, que forman el banco del retablo no se encuentra reliquia alguna, ya que, no sé porque motivo, se encontraban todas ellas en una pequeña caja de madera, que se encontraban en la primera hornacina a mano izquierda del espectador y, ya que estaban expuestas a la curiosidad de cualquiera que por allí pasase que llevado por el trijoneo, la caja se abría, se mal cerraba y el contenido de la misma quedaba expuestas al aire, el peor enemigo para conservar las reliquias, éstas se encontraban en muy mal estado de conservación, siendo difícil identificar cada una de ella ya que estaban fuera de lo que era su patente o documento de identificación, y es que desde el siglo XVI, para evitar falsificaciones, las reliquias debían ser acompañada por un documento que acreditase su origen y la veracidad de la misma.
Lo que si es cierto que era una rica colección, en un doble sentido. Rica porque en desde la Edad Media hasta muy entrado los tiempos modernos las reliquias eran caras y no cualquiera podía agenciárselas, de ahí que las reliquias, que se solían coleccionar fueran patrimonio de las familias nobles que solían colocarlas en las capillas de las que eran patrones. Y rica por la variedad de los santos representados y de su procedencia. Se encuentran algún sello en bronce de la diócesis de Colonia en Alemania, acreditando la procedencia de alguna de ellas.
Esta colección de reliquias perteneció a los Guzmán y Rojas, titulares desde la segunda mitad del siglo XVI del marquesado de Montealegre y señorío de Meneses. Lo llamativo es que las dejasen en la parroquia de Meneses ya que no tuvieron buena relación con el clero de la misma siempre en pleito, durante el siglo XVII, pues los clérigos se negaban a que ejerciese derechos que no les correspondía, como era el de colocar escudos y tener sepultura destacada en la misma. Y más aún en el altar del Santo Cristo, vinculado a la familia Blanco- Salcedo, de la que ellos se quejan haberles permitido colocar sus escudos, y habiendo sido un blanco salcedo el que, al inicio del mismo, llevo el pleito de la parroquia contra el Señor de Meneses y Marqués de Montealegre.
Dos cosas curiosa. En el cajón, donde se guardan o guardaban las reliquias, se encuentra una patente, del siglo XVIII, expedida por el General del Carmen Descalzo autorizando la fundación de una cofradía en honor de la Virgen del Carmen, no consta que en aquel entonces se llevase a cabo dicha fundación, pero de aquel entonces queda en la Iglesia un cuadro de la Virgen del Carmen que, rodeada de un cortejo de ángeles, va situada en un plano superior a la almas del purgatorio. El cuadro actualmente se encuentra en la sacristía. La cofradía del carmen que existió, no se si seguirá existiendo, fue fundada a principios del siglo XX, concretamente en 1902. La cofradía, en sus inicios, estaba formada por mujeres, siendo ellas las que desempeñaban los cargos directivos de la misma, destacando entre las primeras: Albina González, Luisa Fernández, Sebastiana Romo.
Y entre las reliquias, y esta no debía pertenecer a la colección de los marqueses de Montealegre y Señores de Meneses, se encuentra una de San Juan de la Cruz, rara ella, pues la devoción a San Juan de la Cruz no se desarrolló por esta zona de Tierra de Campos, influenciada por las devociones franciscanas, los franciscanos es la orden más presente en la zona hasta 1835: Palencia, Torre de Mormojón, Ampudia, Medina de Rioseco. La reliquia de San Juan de la Cruz, con su correspondiente auténtica, documento que acredita su autenticidad, llega a Meneses desde Medina de Rioseco, donde se encontraba el convento de Nuestra Señora del Carmen de frailes carmelitas descalzos, y que hasta 1836 se levantaba en el solar hoy ocupado por la plaza de toros, de aquí que se la conozca como Coso del Carmen.
Lo que si es cierto que era una rica colección, en un doble sentido. Rica porque en desde la Edad Media hasta muy entrado los tiempos modernos las reliquias eran caras y no cualquiera podía agenciárselas, de ahí que las reliquias, que se solían coleccionar fueran patrimonio de las familias nobles que solían colocarlas en las capillas de las que eran patrones. Y rica por la variedad de los santos representados y de su procedencia. Se encuentran algún sello en bronce de la diócesis de Colonia en Alemania, acreditando la procedencia de alguna de ellas.
Esta colección de reliquias perteneció a los Guzmán y Rojas, titulares desde la segunda mitad del siglo XVI del marquesado de Montealegre y señorío de Meneses. Lo llamativo es que las dejasen en la parroquia de Meneses ya que no tuvieron buena relación con el clero de la misma siempre en pleito, durante el siglo XVII, pues los clérigos se negaban a que ejerciese derechos que no les correspondía, como era el de colocar escudos y tener sepultura destacada en la misma. Y más aún en el altar del Santo Cristo, vinculado a la familia Blanco- Salcedo, de la que ellos se quejan haberles permitido colocar sus escudos, y habiendo sido un blanco salcedo el que, al inicio del mismo, llevo el pleito de la parroquia contra el Señor de Meneses y Marqués de Montealegre.
Dos cosas curiosa. En el cajón, donde se guardan o guardaban las reliquias, se encuentra una patente, del siglo XVIII, expedida por el General del Carmen Descalzo autorizando la fundación de una cofradía en honor de la Virgen del Carmen, no consta que en aquel entonces se llevase a cabo dicha fundación, pero de aquel entonces queda en la Iglesia un cuadro de la Virgen del Carmen que, rodeada de un cortejo de ángeles, va situada en un plano superior a la almas del purgatorio. El cuadro actualmente se encuentra en la sacristía. La cofradía del carmen que existió, no se si seguirá existiendo, fue fundada a principios del siglo XX, concretamente en 1902. La cofradía, en sus inicios, estaba formada por mujeres, siendo ellas las que desempeñaban los cargos directivos de la misma, destacando entre las primeras: Albina González, Luisa Fernández, Sebastiana Romo.
Y entre las reliquias, y esta no debía pertenecer a la colección de los marqueses de Montealegre y Señores de Meneses, se encuentra una de San Juan de la Cruz, rara ella, pues la devoción a San Juan de la Cruz no se desarrolló por esta zona de Tierra de Campos, influenciada por las devociones franciscanas, los franciscanos es la orden más presente en la zona hasta 1835: Palencia, Torre de Mormojón, Ampudia, Medina de Rioseco. La reliquia de San Juan de la Cruz, con su correspondiente auténtica, documento que acredita su autenticidad, llega a Meneses desde Medina de Rioseco, donde se encontraba el convento de Nuestra Señora del Carmen de frailes carmelitas descalzos, y que hasta 1836 se levantaba en el solar hoy ocupado por la plaza de toros, de aquí que se la conozca como Coso del Carmen.
