Misa romeria, ALCONCHEL DE LA ESTRELLA

En cuanto a mí, todavía no he salido de mi asombro al verme de nuevo aquí en Bagdad, sano y salvo. ¡Y todavía más rico que antes!
¡Era mi barco! El capitán seguía buscando a los supervivientes del episodio de la ballena. El hombre se quedó estupefacto al verme asomar la cabeza por el barril de cerveza, ¡y más estupefacto todavía al verme cubierto de oro!
La corriente volvió a impulsarme mar adentro, donde permanecí flotando a la deriva por espacio de tres noches y tres días. Me hallába dormido cuando, de improviso, el barril chocó con el costado de un barco y escuché una voz que sonaba sobre mí.
Todas las serpientes, una por una, intentaron devorarme, pero ninguna consiguió tragarse el barril. Al fin, se alejaron reptando por entre bancos de arena hacia la orilla de la Tierra de las Serpientes Marinas.
El barril empezó a girar mientras las serpientes nadaban alrededor del mismo. Una de ellas cerró sus fauces en tomo al barril, mas éste era demasiado grande y no consiguió engullirlo. Acabó por escupirlo y se alejó, silbando enfurecida.


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