ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

La primavera
Foto enviada por CASTILLEJA

...
El viento
arrastraba rumores, ecos, risas,
murmullos misteriosos, aleteos,
músicas nunca oídas.
El hada entonces me llevó hasta el velo
que nos cubre las ansias infinitas,
la inspiración profunda,
y el alma de las liras.
Y lo rasgó. ¡Y allí todo era aurora! ... (ver texto completo)
...
¡Oh, nunca
Piérides, diréis las sacras dichas
que en el alma sintiera!
Con su vaga sonrisa:
- ¿Más?... dijo el hada. Y yo tenía entonces
clavadas las pupilas
en el azul; y en mis ardientes manos
se posó mi cabeza pensativa...
...
Y las flores
estaban frescas, lindas,
empapadas de olor: la rosa virgen,
la blanca margarita,
la azucena gentil, y las volúbilis 50
que cuelgan de la rama extremecida.
Y dije: - ¡Más!...
...
El viento
arrastraba rumores, ecos, risas,
murmullos misteriosos, aleteos,
músicas nunca oídas.
El hada entonces me llevó hasta el velo
que nos cubre las ansias infinitas,
la inspiración profunda,
y el alma de las liras.
Y lo rasgó. ¡Y allí todo era aurora!
En el fondo se veía
un bello rostro de mujer... ... (ver texto completo)
...
La aurora
vino después. La aurora sonreía,
con la luz en la frente,
como la joven tímida
que abre la reja, y la sorprenden luego
ciertas curiosas, mágicas pupilas.
Y dije: - ¡Más!... Sonriendo
la celeste hada amiga
prorrumpió: - ¡Y bien!... ¡Las flores!...
...
Y las flores
estaban frescas, lindas,
empapadas de olor: la rosa virgen,
la blanca margarita,
la azucena gentil, y las volúbilis 50
que cuelgan de la rama extremecida.
Y dije: - ¡Más!...
...
Sobre la cima
de un monte, a media noche,
me mostró las estrellas encendidas.
Era un jardín de oro
con pétalos de llama que titilan. 35
Exclamé: - ¡Más!...
...
La aurora
vino después. La aurora sonreía,
con la luz en la frente,
como la joven tímida
que abre la reja, y la sorprenden luego
ciertas curiosas, mágicas pupilas.
Y dije: - ¡Más!... Sonriendo
la celeste hada amiga
prorrumpió: - ¡Y bien!... ¡Las flores!...
...
Una vez sentí el ansia
de una sed infinita.
Dije al hada amorosa:
-Quiero en el alma mía
tener la inspiración honda, profunda,
inmensa: luz, calor, aroma, vida.
Ella me dijo: - ¡Ven! Con el acento
con que hablaría un arpa. En él había
un divino idioma de esperanza. ... (ver texto completo)
...
Sobre la cima
de un monte, a media noche,
me mostró las estrellas encendidas.
Era un jardín de oro
con pétalos de llama que titilan. 35
Exclamé: - ¡Más!...
...
En las pálidas tardes
me cuenta un hada amiga
las historias secretas
llenas de poesía;
lo que cantan los pájaros,
lo que llevan las brisas,
lo que vaga en las nieblas,
lo que sueñan las niñas...
...
Una vez sentí el ansia
de una sed infinita.
Dije al hada amorosa:
-Quiero en el alma mía
tener la inspiración honda, profunda,
inmensa: luz, calor, aroma, vida.
Ella me dijo: - ¡Ven! Con el acento
con que hablaría un arpa. En él había
un divino idioma de esperanza.
¡Oh sed del ideal!... ... (ver texto completo)
¿Reconocéis al autor del cuento y de la poesía: Autumnal?. ¡Ehhhhhhhhhhh! No vale vistar al "tío Google" antes de responder...

Eros, vita, lumen

En las pálidas tardes
yerran nubes tranquilas
en el azul; en las ardientes manos
se posan las cabezas pensativas.
¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños!
¡Ah las tristezas íntimas! ... (ver texto completo)
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En las pálidas tardes
me cuenta un hada amiga
las historias secretas
llenas de poesía;
lo que cantan los pájaros,
lo que llevan las brisas,
lo que vaga en las nieblas,
lo que sueñan las niñas...
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¡Madres de las muchachas anémicas! os felicito por la victoria de los arseniatos e hipofosfitos del señor doctor. Pero, en verdad os digo: es preciso, en provecho de las lindas mejillas virginales, abrir la puerta de su jaula a vuestras avecitas encantadoras, sobre todo, en el tiempo de la primavera, cuando hay ardor en las venas y en las savias, y mil átomos de Sol abejean en los jardines como un enjambre de oro sobre las rosas entreabiertas. Para vuestras cloróticas, el Sol en los cuerpos ... (ver texto completo)
¿Reconocéis al autor del cuento y de la poesía: Autumnal?. ¡Ehhhhhhhhhhh! No vale vistar al "tío Google" antes de responder...

Eros, vita, lumen

En las pálidas tardes
yerran nubes tranquilas
en el azul; en las ardientes manos
se posan las cabezas pensativas.
¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños!
¡Ah las tristezas íntimas!
¡Ah el polvo de oro que en el aire flota,
tras cuyas ondas trémulas se miran
los ojos tiernos y húmedos,
las bocas inundadas de sonrisas,
las crespas cabelleras
y los dedos de rosa que acarician!... ... (ver texto completo)
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¡Así fue Berta a vestir sus más ricos brocados, para honra de los glóbulos y duchas triunfales, llevando rosas en las faldas y en las mejillas!...
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¡Madres de las muchachas anémicas! os felicito por la victoria de los arseniatos e hipofosfitos del señor doctor. Pero, en verdad os digo: es preciso, en provecho de las lindas mejillas virginales, abrir la puerta de su jaula a vuestras avecitas encantadoras, sobre todo, en el tiempo de la primavera, cuando hay ardor en las venas y en las savias, y mil átomos de Sol abejean en los jardines como un enjambre de oro sobre las rosas entreabiertas. Para vuestras cloróticas, el Sol en los cuerpos ... (ver texto completo)
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El hada la volvió al jardín de su palacio, al jardín, donde cortaba flores envuelta en una oleada de perfumes, que subía místicamente a las ramas trémulas, para flotar como el alma errante de los cálices muertos...
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¡Así fue Berta a vestir sus más ricos brocados, para honra de los glóbulos y duchas triunfales, llevando rosas en las faldas y en las mejillas!...
...
Y entonces ella sintió que su cuerpo y su alma se llenaban de Sol, de efluvios poderosos y de vida. ¡No, no esperéis más!...
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El hada la volvió al jardín de su palacio, al jardín, donde cortaba flores envuelta en una oleada de perfumes, que subía místicamente a las ramas trémulas, para flotar como el alma errante de los cálices muertos...
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En verdad, estaban en un lindo palacio encantado, donde parecía sentirse el Sol en el ambiente. ¡Oh, qué luz! ¡qué incendios!- Sintió Berta que se le llenaban los pulmones de aire de campo y de mar, y las venas de fuego; sintió en el cerebro esparcimientos de armonía, y como que el alma se le ensanchaba, y como que se ponía más elástica y tersa su delicada carne de mujer. Luego vio, vio sueños reales, y oyó, oyó músicas embriagantes. En vastas galerías deslumbradoras, llenas de claridades y ... (ver texto completo)
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Y entonces ella sintió que su cuerpo y su alma se llenaban de Sol, de efluvios poderosos y de vida. ¡No, no esperéis más!...
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Así que Berta se vio en el carro del hada, le preguntó: - ¿Y a dónde me llevas? -Al palacio del Sol. Y desde luego sintió la niña que sus manos se tornaban ardientes, y que su corazoncito le saltaba como henchido de sangre impetuosa. -Oye -siguió el hada- yo soy la buena hada de los sueños de las niñas adolescentes; yo soy la que curo a las cloróticas con sólo llevarlas en mi carro de oro al palacio del Sol, adonde vas tú. Mira, chiquita, cuida de no beber tanto el néctar de la danza, y de no ... (ver texto completo)
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En verdad, estaban en un lindo palacio encantado, donde parecía sentirse el Sol en el ambiente. ¡Oh, qué luz! ¡qué incendios!- Sintió Berta que se le llenaban los pulmones de aire de campo y de mar, y las venas de fuego; sintió en el cerebro esparcimientos de armonía, y como que el alma se le ensanchaba, y como que se ponía más elástica y tersa su delicada carne de mujer. Luego vio, vio sueños reales, y oyó, oyó músicas embriagantes. En vastas galerías deslumbradoras, llenas de claridades y ... (ver texto completo)
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Todos exclamaron: - ¡Aleluya! ¡Gloria! ¡Hosanna al rei de los Esculapios! ¡Fama eterna a los glóbulos de ácido arsenioso y a la duchas triunfales! Y mientras Berta corrió a sus aposentos a vestir sus más ricos brocados, se enviaron presentes al viejo de las antiparras de aros de carey, de los guantes negros, de la calva ilustre y del cruzado levitón. Y ahora, oíd vosotras, madres de las muchachas anémicas, cómo hay algo mejor que el arsénico y el hierro, para eso de encender la púrpura de las ... (ver texto completo)
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Así que Berta se vio en el carro del hada, le preguntó: - ¿Y a dónde me llevas? -Al palacio del Sol. Y desde luego sintió la niña que sus manos se tornaban ardientes, y que su corazoncito le saltaba como henchido de sangre impetuosa. -Oye -siguió el hada- yo soy la buena hada de los sueños de las niñas adolescentes; yo soy la que curo a las cloróticas con sólo llevarlas en mi carro de oro al palacio del Sol, adonde vas tú. Mira, chiquita, cuida de no beber tanto el néctar de la danza, y de no ... (ver texto completo)
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¿Creis que Berta se amedró? Nada de eso. Batió palmas alegre, se reanimó como por encanto, y dijo al hada: - ¿Tú eres la que me quiere tanto en sueños? -Sube -respondió el hada. Y como si Berta se hubiese empequeñecido, de tal modo cupo en la concha del carro de oro, que hubiera estado holgada sobre el ala corva de un cisne a flor de agua. Y las flores, el fauno orgulloso, la luz del día, vieron cómo en el carro del hada iba por el viento, plácida y sonriendo al sol, Berta, la niña de los ojos ... (ver texto completo)
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Todos exclamaron: - ¡Aleluya! ¡Gloria! ¡Hosanna al rei de los Esculapios! ¡Fama eterna a los glóbulos de ácido arsenioso y a la duchas triunfales! Y mientras Berta corrió a sus aposentos a vestir sus más ricos brocados, se enviaron presentes al viejo de las antiparras de aros de carey, de los guantes negros, de la calva ilustre y del cruzado levitón. Y ahora, oíd vosotras, madres de las muchachas anémicas, cómo hay algo mejor que el arsénico y el hierro, para eso de encender la púrpura de las ... (ver texto completo)


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