ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

El Capitán Trueno, El MAR del MISTERIO
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

El mar del misterio es lo que acabo de escribir yo en el mensaje anterior. ¡Vaya redactora de pacotilla estoy hecha, por Dios!
Y le dio el barco que podía navegar por tierra y por mar, y cuando el rey lo vio no pudo negarle por más tiempo a su hija. Se celebró la boda y, a la muerte del rey, Tontorrón heredó el reino, y vivió feliz muchos años con su esposa.
He bebido y he comido gracias a ti, y ahora te daré también ese barco; todo esto lo hago porque fuiste compasivo y bondadoso conmigo.
Tontorrón se fue directamente al bosque; allí estaba sentado el viejo hombrecillo canoso al que había dado su tortilla, que dijo:
En cuanto vengas navegando en él -dijo-, tendrás a mi hija por esposa.
Tontorrón reclamó por tercera vez a su prometida, pero el rey buscó de nuevo un pretexto y pidió un barco que pudiera navegar tanto por tierra como por mar.
Lo condujo a la corte, donde el rey había hecho traer toda la harina de su reino para cocer con ella una inmensa montaña de pan. Pero el hombre del bosque se colocó frente a ella, comenzó a comer y a comer, y al final del día había desaparecido toda la montaña.
-Levántate y ven conmigo, pues comerás hasta hartarte.
Tontorrón se puso muy contento y dijo:
-Me he comido todo un horno lleno de pan; pero ¿de qué sirve eso si se tiene tanta hambre como tengo yo? Mi estómago sigue estando vacío, y cada día tengo que apretarme más el cinturón para no morir de hambre
Tontorrón no lo pensó mucho y se fue inmediatamente al bosque; allí estaba sentado, exactamente en el mismo sitio, un hombre que se apretaba fuertemente el cuerpo con un cinturón; tenía una expresión muy triste en su rostro, y dijo:
Tontorrón volvió a reclamar a su prometida, pero al rey le fastidiaba de que aquel simple rapaz, llamado Tontorrón, se llevase a su hija, por lo que impuso nuevas condiciones. Tendría que encontrar primero a un hombre que pudiera comerse una montaña entera de pan.
Lo condujo entonces a la bodega del rey, y el hombre se abalanzó sobre los grandes toneles, y bebió y bebió, hasta que su cuerpo estaba a punto de reventar. Y al finalizar el día había acabado con toda la bodega.
-Creo que puedo ayudarte -dijo Tontorrón-. Vente conmigo y podrás beber vino hasta que te hartes.
-Tengo mucha sed y no puedo saciarla. No soporto el agua fría y ya he vaciado un tonel de vino, pero ¿qué hará una gota sobre una roca ardiendo?


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