La mi muyer y yo llegamos a
Nava un día que taba lluviendo y un poco friuco, fuimos a
comer a un llagar que taba calentín porque tenían encendida la
chimenea, sentámonos. Sacáronnos una tabla de embutidos buenísimos, queso de cabrales que daba gloria comelo con el el miajón, y un plato de picadillo, rojo para untar la fogaza. De primero había fabas, con esa morcilla de
casa (a mi gústame tiernina, que se sienta la cebolla) el chorizón y un tocinón que se deshacía al metey el tenedor. Menudo compango,
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