Las "buenas gentes" de los pueblos por los que pasaba no se acercaban nunca al viejo del bombín por varios temores juntos, que les robara, que les contagiara alguna enfermedad o que les pidiera limosna, ninguna de esas tres cosas ocurrió jamás, pero somos así, tenemos miedo de lo desconocido.
El viejo alegraba cada sitio por el que pasaba. Contaba historias de mundos lejanos y exóticos, acercaba mundos que sin él hubieses sido desconcidos, porque en la época de la que hablamos no habia televisión, ni radio, ni periódicos, ni documentales turísticos.
Venia cargado como el Melquiades de Cien Años de Soledad de inventos, fotografias, libros y golosinas para los niños.
Sin duda lo que más asombraba del viejo no era su afán por viajar y aparecer cada dos o tres años por el pueblo de los gigante-enanos, lo que dejaba perplejos a cada uno de los habitantes de cada uno de los pueblos que visitaba era que el viejo del bombín viajaba sólo y era ciego de nacimiento...
El viejo alegraba cada sitio por el que pasaba. Contaba historias de mundos lejanos y exóticos, acercaba mundos que sin él hubieses sido desconcidos, porque en la época de la que hablamos no habia televisión, ni radio, ni periódicos, ni documentales turísticos.
Venia cargado como el Melquiades de Cien Años de Soledad de inventos, fotografias, libros y golosinas para los niños.
Sin duda lo que más asombraba del viejo no era su afán por viajar y aparecer cada dos o tres años por el pueblo de los gigante-enanos, lo que dejaba perplejos a cada uno de los habitantes de cada uno de los pueblos que visitaba era que el viejo del bombín viajaba sólo y era ciego de nacimiento...
