Al tiempo que recorres las empinadas y estrechas calles de la localidad, si observas en algunos lugares aparecen murales formados con azulejos donde se cuentan hechos acaecidos en el lugar en tiempos de la reconquista.
Sencillo retablo en la cabecera de la Iglesia de San Antonio de Padua (Siglo XVII).
No solo nos hablan estos azulejos de las luchas entre moros y cristianos; también nos informan de otras cosas, como en este caso, de la agricultura; más concretamente, del origen, cultivo y propiedades del olivo y sus frutos.
Gato aprovechando el sol de la tarde sin inmutarse por la presencia de visitantes.
Callejas, callejones y pasadizos en los que las plantas nunca faltan.
Historia narrada en artísticos azulejos.
Una forma cómoda y elegante de conocer un poco de la historia del lugar.
No es calle para andar con automóviles u otros vehículos; tampoco para quienes por su condiciones de salud o movilidad. No solo por su estrechez, también por sus pendientes y por las dificultades de accesibilidad a muchas de las viviendas.
Patios y pasadizos como este de la fotografía se encuentran varios paseando por sus estrechas calles; todos están llenos de macetas con plantas preciosas y exuberantes que convierten los rincones en lugares apacibles y bonitos.
No es pueblo para transitarlo en vehículo. Hay que caminar despacito, tanto en las subidas agotadoras, como en las bajadas que puedes rodar si no miras bien por donde pisas. El recorrido es agradable y compensa subir a sus calles más altas en donde existen miradores, desde los cuales puedes otear todo el valle hasta la costa.
Curiosa Aldana de estilo moruno.
Da gusto y agrada visitar localidades en las que su Ayuntamiento cumple con la legalidad y pone la bandera nacional en el lugar que le corresponde; al contrario que en otros lugares donde el agravio es constante y cansino.
El blanco caserío de puertas y ventanas azules, en la escalonada ladera situada; con calles y callejuelas estrechas y serpenteantes, a veces con escaleras que hacen difícil el tránsito de personas y, sobre todo el acarreo de alimentos y mercancías, permanece a través de los años casi inmutable en sus orígenes morunos. Ahora aspira a dar nombre a uno de los automóviles de la marcha Seat, le deseo suerte y lo consiga.
Al parecer, la caña es originaria de Nueva Guinea o de alguna de las islas de lo que hoy es Indonesia, llega a la Península Ibérica de la maño de los árabes y se aclimata en la zona costera de Granada y Málaga dónde constituyó un emporio que finaliza al se llevada a las colonias americanas, previo paso por las islas Canarias.
Frigiliana en un alto
extiende un valle y al final el mar,
sus flores sobre blanco
joya es del litoral
que embellece y enorgullece pasear.