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FREILA: El Erizo y la Moto...

El Erizo y la Moto

Luisón tuvo una infancia difícil, por mucho que quisiese, sus relaciones siempre eran espinosas. No encontró el cariño que un Erizo bebé se merecía, quizá por eso sus anhelos de libertad se transformaron en el deseo material de poseer una moto o "una amoto", como él la llamaba.
Luisón no tenía muchos amigos, su carácter difícil y su adición a las drogas de todo tipo, no lo convertían en un buen compañero para nadie. Se intentó convencerlo de que no podía seguir así. Pero lo peor llegó cuando robó la moto del municipal; una Derbi 40, naranja y gris. Todo el día estaba Luisón amoto para arriba amoto para abajo, un día casi atropella al Hortelano; a su Gato lo atropelló tres veces. Y el Gato se la tenía jurada.
Pero no fue el Gato del Hortelano quien acabó con los míseros días de Luisón, sino el sobrino y sus amigos:
- "Os juro que he visto un Erizo en la Huerta de mi tío". - decía a sus amigos. - Vamos a cogerlo y verás qué risa.
Así, una tarde en que Luisón se encontraba convaleciente de su enésimo golpe contra la valla, los muchachos llegaron de manera sigilosa y, con la destreza que sólo da quién sabe qué, empezaron a hacer rodar a Luisón.
- "Fijaos" - gritaba el sobrino, parece una pelota de fútbol.
- "Sí, pásamela. Llevo puestas mis botas con punteras de hierro".
Por el Aire volaba un Erizo desgraciado, soltando púas y desangrándose. Lo llevaron rodando a palos hasta el otro extremo de la Huerta, allí hicieron un Fuego.
- " ¡Eh, esperad, voy a por una cosa a la casa!".
Mientras, Luisón miraba por entre el humo, derramaba lágrimas de dolor.
- " Aquí traigo esta botella de cerveza, se la voy a echar por encima para refrescarlo, lo veo muy acalorado".
Y Luisón fue rociado con gasoil, y se consumió. Parecía una muñeca de plástico quemada.
Y por la entrada de la Huerta se fueron los muchachos.