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CORDOBA: CORDOBA (CAPITULO 3ª)...

CORDOBA (CAPITULO 3ª)

desnudas, dentro existía un ambiente embellecido por mosaicos, de fuentes y de ricas telas.
La tipología de la casa cordobesa en aquel entonces se caracterizaba por la escasez de huecos y ventanas y las que disponían se cubrían con celosías que garantizaban la ventilación y la intimidad del hogar para observar sin ser observados.
Normalmente se distribuía en dos plantas y se accedía a ellas a través de un zaguán, que conducía a un patio central en cuyo alrededor se ubicaban las habitaciones. En el jardín había una zona amplia sombreada de una parra y un pozo, donde discurría felizmente la vida familiar.
En la planta superior se distribuían las alcobas que terminaban en una azotea. Las viviendas acogían a una familia pero si pertenecían a una clase social humilde a veces la compartían con otra familia. Las clases sociales de alta categoría y la burguesía solían de disponer de almunias o casas de campo a las afueras de la ciudad a las orillas del Guadalquivir.
La Medina era el núcleo principal de la capital cordobesa y era donde estaban ubicados los centros de poder político y religioso: el Alcázar que durante el emirato fue residencia del emir y centro de la actividad política y de la administración del Estado y la Mezquita o Aljama junto a la cual se encontraba el Zoco o mercado principal, la Judería y otros barrios de carácter popular.
En las proximidades del Alcázar y de la Mezquita se encontraba la Judería a la que se accedía a través de dos puertas situadas a lo largo del muro que rodeaba a este recinto. Este barrio judío contaba con la Sinagoga donde estaba ubicada la residencia del Rabino que era la máxima autoridad de la comunidad hebrea y el encargado de que esta viviera de acuerdo con la ley mosaica contenida en la Torah, en el Talmud y la yeshiva o escuela religiosa.
En fin, Córdoba era la ciudad de las tres culturas, atiborrada de Basílicas, Sinagogas, Mezquitas, capital del reino musulmán, donde un sencillo “mihrab” convivía con la cruz y el candelabro de siete brazos y donde se escuchaba continuamente la voz del “almuédano” o “almuecín “llamando a la oración a las Mezquitas.
En las cortes europeas, donde seguía existiendo la rusticidad medieval y los platos se disponían en desorden y sin ninguna decoración sobre la mesa desnuda o en el mejor de los casos sobre un grueso lienzo, al contrario, en las casas de los nobles y notables de Córdoba, se comía ahora sobre manteles de fino cuero o tejidos, se dormía en camas con jergón de cuero y se bebía en copas de vidrio transparente. Al placer de beber vino, se añadía el placer de contemplarlo a través del cristal translúcido de la copa, que evocaba e inspiraba a los poetas y artistas.
Un personaje Ziryab, excelente músico de la Corte de Abd-el-Rahman II, fue también un gran gourmet, inventó platos, regulo el orden de servirlos a la mesa y enseñó el arte oriental de la ornamentación para hacerlos atractivos a la vista de los comensales.
Introdujo nuevas novedades culinarias como las albóndigas de carne, plato bagdadí, que a partir entonces, se le conoció, como” estofado de Ziryab”.
También introdujo un plato nuevo, que consistía en tallos hervidos, que no era otra cosa, que los espárragos, comida exquisita actual de nuestros restaurantes.
Todos están las ideas, fueron imitadas por las clases inferiores, divulgadas por criados y esclavos de los ricos y de la Corte del Emir, siendo adoptadas en los más humildes lugares.

Julio Reyes Al-Mayriti


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