Medina Azahara, CORDOBA

FOTO DEL DIA.
Cordoba. Andalucia. ESPAÑA. Medina Azahara.
Es una ciudad palatina o áulica que mandó edificar el primer califa de Córdoba, Abderramán III, a unos 8 km en las afueras de Córdoba en dirección oeste, a los pies de Sierra Morena.
Está situada a unos 8 kilómetros al oeste de Córdoba, en las últimas estribaciones de Sierra Morena, en la ladera del Yabal al-Arus, frente al valle del Guadalquivir y orientada de norte a sur, sobre un espolón de la sierra, entre dos barrancadas, que se adentra en la campiña se encuentra Medina Azahara o Madínat al-Zahra. Ha sido calificada como el Versalles de la Edad Media. Fue elegida por los extraordinarios valores del paisaje, permitiendo desarrollar un programa de construcciones jerarquizadas, de tal manera que la ciudad y la llanura extendida a sus pies quedaban física y visualmente dominadas por las edificaciones del alcázar. Su implantación en el territorio generó una red viaria e infraestructuras hidráulicas y de abastecimiento para su construcción, conservada en parte hasta la actualidad en forma de restos de caminos, canteras, acueductos, almunias y puentes.

Aprovechando perfectamente el desnivel del terreno, la ciudad palatina de Medina Azahara fue distribuida en tres terrazas; el recinto de la ciudad adopta un trazado rectangular, frente a la idea laberíntica y caótica característica del urbanismo musulmán. De 1500 m de lado en sentido este-oeste y unos 750 m de norte a sur, se ve tan sólo deformado en el lado norte por las necesidades de adaptación a la difícil topografía del terreno. La topografía jugó un papel determinante en la configuración de la ciudad. Su emplazamiento sobre la falda de Sierra Morena permitió diseñar un programa urbano, en el que la ubicación y la relación física entre las distintas construcciones resultaran expresivas del papel de cada una de ellas en el conjunto del que forman parte: El palacio se ubica en la parte más alta, escalonando sus edificaciones por la ladera de la montaña, en una situación de clara preeminencia sobre el caserío urbano y la mezquita aljama, extendidos por la llanura.

Siguiendo la disposición en terrazas encontramos que la primera corresponde a la zona residencial del califa, seguido por la zona oficial (Casa del Ejército, cuerpo de guardia, Salón Rico, dependencias administrativas, jardines...) para finalmente albergar a la ciudad propiamente dicha (viviendas, artesanos...) y la mezquita aljama, separadas de las dos terrazas anteriores por otra muralla específica para aislar el conjunto palatino. La investigación, ha revelado una morfología urbana caracterizada por la existencia de grandes áreas no edificadas, vacíos que se corresponden con todo el frente meridional del alcázar, garantizando así su aislamiento y el mantenimiento de su apertura visual sobre el paisaje de la campiña creando un paisaje idílico. De hecho, los únicos espacios edificados en este nivel inferior son dos amplias franjas extremas: la occidental, con una trama urbana de ordenación ortogonal, y la oriental, con un urbanismo menos rígido.
Medina al-Zahara fue mandada construir por el primer califa de Al-Ándalus, Abd al-Rahman al-Násir (891–961) —o Abderramán III— como parte del programa político, económico e ideológico puesto en marcha tras la instauración del califato. Se dice que su fundación está relacionada con una favorita del califa que tendría por nombre al-Zahrá (Azahara) pero los principales motivos de su construcción son más bien de índole política-ideológica: la dignidad de califa exige la fundación de una nueva ciudad símbolo de su poder a imitación de otros califatos orientales y además para mostrar su superioridad sobre sus grandes enemigos, los fatimíes de Ifriqiyya, la zona norte del continente africano.

Respecto al origen del nombre podría provenir, como se ha dicho anteriormente, del nombre de su esposa más querida Azahara, el cual significa "La Flor" quien le sugirió construir una hermosa ciudad extramuros de Córdoba, una ciudad que llevaría el nombre de la amada y se convertiría en la "Ciudad de al-Zahrá", la "Ciudad de la Flor de Azahar". Pero esto es más leyenda que realidad ya que al-Zahrá también significa “La Brillante”, palabra que está emparentada a otras que, en esa lengua, significan “Venus” o la misma “flor”, por lo que simplemente puede hacer referencia a la propia nueva y brillante ciudad del califa.

Aunque el origen de la ciudad no carece de elementos legendarios, se sabe que la construcción comenzó a finales del 936 de la era cristiana, estando las obras a cargo del maestro alarife Maslama ben Abdallah, y se continuó durante los cuarenta siguientes, alcanzando los tiempos de su hijo y sucesor en el califato, al-Hákam II. En el 945 se produce el traslado de la corte a esta ciudad, que en esos momentos cuenta con la Mezquita Aljama (941), aunque la Ceca o Casa de la Moneda no se traslada hasta 947-948. Al erigir esta majestuosa ciudad el califa cordobés pretendiera anular, y aun superar, a los califas orientales abasíes, y especialmente la famosa ciudad y corte de Samarra.

Los textos literarios e históricos se hacen eco de las cuantiosísimas sumas dedicadas a su construcción, de los enormes trabajos realizados al efecto, de su monumentalidad y esplendor artístico —hasta en el menor detalle— y del lujo y la ostentación que el califa desplegaba en las recepciones y ceremonias que allá se celebraban con frecuencia, pues de hecho la administración y la corte se trasladaron a la nueva sede. Entre otros, en sus ricos salones serían recibidos reyes cristianos hispánicos desposeídos de su trono, embajadores del emperador de Germania, emisarios de Borrell II de BarcelonaTorres Balbás (uno de los padres de la restauración monumental en España) se refiere así a estas ceremonias: “Tras subir entre apretadas filas de soldados ricamente uniformados, provistos de brillantes armas y en perfecta formación, llegaban monarcas y embajadores al salón oriental de Madinat al-Zahara, abierto a una terraza, cuyos muros cubrían ricas alfombras. Al fondo, sentado sobre almohadones y rodeado de todos los dignatarios de su brillante corte, aparecía el califa. Semejante a una divinidad casi inaccesible. Ante él se postraban en tierra, y el soberano, con insigne fervor, les daba a besar su mano”.
(5 de Octubre de 2019)