En herradura, CORDOBA

El Califato de Córdoba fue un estado andalusí proclamado por Abderramán III, de la dinastía Omeya, en el año 929 d. C. de mayor esplendor político, social y económico de la España musulmana, haciendo de la ciudad de Córdoba la más avanzada de Europa y el asombro del mundo.
En el 750 d. C. la dinastía de los Omeyas es derrocada del Califato de Damasco por los Abasíes. Abd el-Rahman ben Humeya (Abderramán I), siendo miembro superviviente de los Omeyas, huye a Al-Ándalus proclamando el Emirato de Córdoba en 756 d. C. independiente de la nueva capital abasí, Bagdad. Abderramán I no se proclamó califa pero sí lo hizo uno de sus sucesores, Abderramán III, después de acabar con la inestabilidad política del emirato (principalmente la revuelta de Ómar ben Hafsún). La creación del califato significó alzarse hasta el nivel de Estado del Califato de Bagdad con todo lo que ello conlleva, tanto religioso como político, en competencia con el califato abasí.
Dírham de Abderramán III emitido en Medina Azahara.
Bajo los reinados de Abderramán III (929-961) y su hijo y sucesor Al-Hakam II (961-976) se consolida el estado cordobés. Es ahora cuando Abderramán III echa en falta un símbolo de su poder religioso y político que represente al califato como lo es una ciudad palaciega donde residir junto a su corte. En el año 936 d. C. manda construir la fastuosa Medina Azahara junto a la capital, Córdoba. Surgida de la nada, la ciudad regia concentra todo el poder político del califato.
(18 de Junio de 2016)