Poco sabemos sobre el aspecto de la ciudad, aparte de la presencia de los templos dedicados a la diosa Astarté y a Melkart, el principal dios de Tiro. Los exvotos de este último
santuario, en forma de figurillas de bronce, nos hablan de la religiosidad de los marinos fenicios y de su agradecimiento al dios por permitirles navegar en el Extremo Occidente. Con el paso del tiempo, el fenicio Melkart, señor de Tiro y de Gadir, se fundió con el griego Heracles (el Hércules de los
romanos) y siguió reinando con este nombre en el estrecho de Gibraltar, un
paisaje que creó con sus propias manos al separar las dos grandes
rocas o
columnas que llevan su nombre: las Columnas de Hércules.