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RODALQUILAR: Ayer tarde, después de mucho tiempo sin escribir en...

Ayer tarde, después de mucho tiempo sin escribir en este foro, sentí deseos de hacerlo y me puse a escribir un relato para, al terminar de escribirlo, publicarlo. Llevaba varios días sin abrir la página y conforme leía lo que se había publicado en los últimos días, la fui subiendo hasta que me di de bruces con el anuncio de Ramón sobre su ingreso el próximo martes. En esos momentos, desistí de la idea de publicar el relato que había escrito un rato antes. Preferí dejarlo para mejor ocasión. Inmediatamente, sin saber que él, ya me había mandado un e-mail, contesté a su nota, pero no me quedé a gusto con eso y no pude por menos que, unos minutos después, llamarlo por teléfono, a pesar de haber hablado con él hacía sólo unos días, cosa que hacemos con relativa frecuencia.
Le comenté lo que había pasado al ir a poner el relato y después de haberle dicho un poco por encima de qué trataba éste, él me pidió que lo publicara. Le dije que lo pensaría y que posiblemente lo pondría otro día, pero lo he pensado y he preferido escribir las notas que expongo a continuación. El otro relato puede esperar.
Ramón, que es dos meses y unos días menor que yo, además de ser mi vecino en las Casas Nuevas, pues sólo había una calle de por medio, fue posiblemente junto a otros pocos, uno de los mejores amigos que tuve durante toda mi estancia en el pueblo, aunque allí todos nos conocíamos y todos éramos amigos. Fueron muchos los ratos que compartimos, tanto en los juegos como en la escuela, cuando éramos unos mocosos de cinco, seis y siete, nueve y diez años siempre un poco a la vera de los que eran mayores que nosotros, de los que, con la velocidad del rayo, aprendíamos casi todo.
Cuando al cumplir ocho años, me marché a Barcelona a pasar una larga temporada de muchos meses en casa de mi abuela, Ramón, de vez en cuando pasaba por mi casa para preguntarle a mi madre, ¿Aurora, cuando volverá Gildo? Después mi madre me lo comentaba a través de la correspondencia, y yo, que era muy distinto a los compañeros de colegio que tenía en Barcelona, les hablaba a éstos de mi amigo Ramón y de los otros amigos que tenía en el pueblo y de los juegos que compartíamos.
Los compañeros del colegio de Barcelona, al principio no entendían todo aquello que les contaba y me miraban extrañados, pues yo, a aquellos chicos de ciudad, les hablaba de los juegos que en el pueblo teníamos, del teje con una lata vieja, del aro conducido con una guía, de las chapas y los trompos, de arrastrar latas en Semana Santa, y de algo no comentado aún en el foro, como son las lumbreras que hacíamos quemando alguna esparraguera o cualquier otra cosa en alguna parte.
Cuando les hablé de nuestras carreras por las calles del pueblo, con una caña entre las piernas a modo de caballo, un escudo de cartón y una espada de madera en la mano, ellos se reían y me decían que éramos tontos y yo les contestaba que los tontos eran ellos que no sabían jugar a nada. Ellos en el recreo además de a la pelota, sólo jugaban a “tú la llevas”, a las canicas, y de vez en cuando al burro. Cierto es que tenían juguetes de los que nosotros no disponíamos y con ellos jugaban, pero casi siempre dentro de sus casas o como mucho en el portal de vecinos.
Entonces yo me acordaba de mi amigo Ramón, y los demás compañeros de juegos de aquellas Casas Nuevas, y pensaba, si estuvieran aquí mis amigos, cuánto les podríamos enseñar a estos chicos
Otras veces, les explicaba nuestras guerrillas a pedradas, y no me querían creer, pensaban que me lo inventaba, y eso que no les conté, ni les enseñé, por no tener allí esparto a mano, cómo se hacía una honda, pero al final en un descampado cercano al barrio, que muchos años después albergó la ciudad olímpica, a la salida del colegio, todos los que me conocían terminaron por jugar de vez en cuando, a las guerrillas de pedradas. Entonces vieron que no me inventaba nada y aunque hubo muchos descalabros, hasta terminó por gustarles.
A la vuelta de Barcelona, yo contaba mis vivencias en la Ciudad Condal, a Ramón y a los demás amigos y ellos reían con las anécdotas. También les enseñaba un plumier con plumillas y tinteros de muchos colores de tinta, que hizo las delicias de más de uno, y el bolígrafo con barras de varios colores que traía como novedad. Yo creo que todos mis amigos escribieron con aquel bolígrafo, que en aquel tiempo era como decían ellos, “mu chulo”. A los diez años me fui de las Casas Nuevas y ya no tuve por vecino a Ramón, pero no por eso se enfrió la amistad ni se perdió la confianza. Seguimos yendo juntos a la escuela, porque en Rodalquilar no era “el colegio”, allí era “la escuela” y la amistad continuó hasta que a los quince años tuvimos que abandonar el pueblo.
Dos años después, se produjo un paréntesis en nuestra vida que duró cuarenta años, hasta que un buen día por casualidad entré en la página “Pueblos de España”, y me encontré con los mensajes de Ramón y de otras personas conocidas de mi niñez. Con mucha alegría le envié un correo dándole respuesta a algo que él preguntaba, y de inmediato retomamos el contacto.
La primera vez hablamos tanto que terminé casi afónico y supongo que él casi tres cuartas de lo mismo, aunque con esa privilegiada voz que tiene es un poco más difícil. Hablábamos con la misma confianza que cuando éramos niños. Eso hizo que yo empezase a participar en el foro, escribiendo sobre mis recuerdos. En algunos de ellos, lo he aludido directamente, pero en otros, lo he hecho solapadamente, sin nombrarlo, pero su figura aparece, aunque nunca le he preguntado si él se dio cuenta de ello.
Cuando en el encuentro de Rodalquilar, nos vimos, nos fundimos en un abrazo. He de reconocer que la emoción estuvo presente durante todo el rato, aunque no tuvimos mucho de qué hablar ese día. Ya nos lo habíamos contado todo por teléfono en unas cuantas horas de conversación.
Ramón, deseo fervientemente que todo vaya bien, y de ello estoy seguro. Como ya te he dicho en muchas ocasiones, lleva el ánimo alto, que con toda seguridad, estarás en buenas manos. Desde estas líneas te quiero dar todos los ánimos del mundo, pero también le pido a todos los partícipes de este foro, que ya que tú has sido el mayor partícipe, que ha dado mucha vida al mismo, te escriban alguna nota animosa pues sé que a ti te alegrará saber el aprecio que todos te tienen.
Desde aquí, recibe un fuerte abrazo.