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RODALQUILAR: El presente, gramaticalmente, es el tiempo que indica...

El presente, gramaticalmente, es el tiempo que indica que la acción expresada por el verbo se realiza actualmente. También es el tiempo en que actualmente está el que habla o los acontecimientos que ocurren en él.
Pero bajo mi punto de vista el presente, depende de la escala de tiempo del que se esté hablando. Si lo comparamos con la vida de nuestro pueblo, el pasado fue lo que vivimos en nuestra niñez de Rodalquilar y los años siguientes, hasta llegar a un tiempo más próximo, cercano en unos años al que estamos.
La realidad es que nuestro presente, refiriéndonos a los que en aquellos años vivimos en Rodalquilar, desde hace cuatro años, son este bendito foro, que realmente no sé el tiempo que lleva activo, pero que ya funcionaba cuando yo lo descubrí en la Navidad del año 2010, aunque empecé a participar en el 2011, y los sucesivos “1º,2º,3º, y 4º Encuentro Rodalquilar Testimonio de su pasado”.
Pues bien, refiriéndome tanto al foro como a los encuentros, es una verdadera gozada, encontrarse con gente de tu pasado, con la que te unen unos lazos, a veces familiares, a veces amistosos y otras veces sólo vecinales, pero lo suficientemente fuertes, sinceros y válidos, como para hacer que uno se sienta tranquilo, confiado, alegre y feliz de estar entre estas personas, como si el tiempo no hubiera pasado.
En estos encuentros, los que fuimos mayores, jóvenes y niños de la diáspora, hoy ya todos, gente madura, nos volvemos a reencontrar una vez al año, y entre saludos, besos y abrazos, vamos haciendo algo tan importante para nuestra salud mental, como es el mantener vivos en nuestra memoria los recuerdos de una parte de nuestra existencia.
Cuando acudo al “Encuentro”, voy con la emoción de encontrarme con una realidad que, aunque ya pasó en un tiempo anterior, me sigue demostrando en el presente, que no terminó de pasar, porque la gente que acude, sigue siendo la misma gente, sencilla, amigable y familiar, que se ofrece sin cortapisas, como lo hacía en aquel tiempo pasado. Realmente me produce una sensación parecida a que el tiempo no ha transcurrido, aunque, al echar en falta a los que ya no están, me doy cuenta de mi error y veo que el tiempo, inexorablemente, ha pasado.
Estando en este último encuentro, lo pensaba. A ratos, el ambiente festivo, con las mesas puestas y rebosantes de comida y de bebida, la música, y la gente animadamente charlando y bailando, me recordaban las fiestas de San Pedro de aquel pasado vivido en Rodalquilar.
Sólo percibí unas notas discordantes entre los dos ambientes: La primera, el baile se celebra en el foro, junto a lo que fue el taller y no en la pista del “Pintao”. La segunda, que en aquellos años la cerveza se servía en espumosas jarras, y en el “Encuentro”, la abundante cerveza que había sobre las mesas, estaba en botellines de quinto. También es verdad que es más práctico. Y la tercera, no hay casetas de turrón, ni de tiro al blanco, ni caballitos, ni sillas voladoras. De todas formas a nuestra edad, las sillas voladoras, no iban a tener demasiados clientes.
Por lo demás, pocas más son las diferencias con las fiestas de aquellos años. En el “Encuentro” huele a fritada, a comida de nuestra tierra, a empanadillas y croquetas, a bocadillitos de chistorra frita, a platos de tortilla, jamón, queso, chorizo y salchichón. Y como colofón, la música es en vivo y en directo, como comenté en mi relato sobre la fiesta de San Pedro. No se trata de una orquestina como en aquellos tiempos, pero la actuación de Ramón y su hijo Rubén, padre e hijo, emparentado y descendiente, respectivamente, de la familia Berenguel, (concretamente, Rubén es nieto de Dolores Indala) es más que notable, además de felicitar y de agradecer.
Me dolió no haberme quedado hasta el final, “hasta el humo de las velas”. Otra vez será. De todas formas me despedí de todos los que encontré.
Cuando escribo en el foro, lo hago con la misma alegría y emoción, que cuando acudo al “Encuentro”, porque escribo para mi gente, para aquellos que me conocen desde que nací o desde que era un niño de corta edad, y los que no me conocen son gente que, de alguna forma, siente amor por esta tierra, motivo por el cual entran en este foro, por lo tanto es como si también fuesen mis paisanos.
Con respecto a Rodalquilar, el presente es:
- En verano, un turismo que busca playas naturales y tranquilidad, en un lugar, que ofrece la posibilidad de muchas y variadas actividades de disfrute en concordancia con la naturaleza.
- En invierno, el refugio de unos pocos que, en unión de los permanentes habitantes, disfrutan de un tranquilo, seguro, y bello espacio, en el que se pueden dedicar a realizar otras actividades artísticas o intelectuales.
Las nuevas viviendas que han surgido en lo que antes eran campos o eriales, sólo las he visitado en alguna ocasión, esos nuevos espacios no los he vivido, y por ello no me voy a referir al presente del pueblo en cuanto a construcciones, pues cada vez que voy, en lo que a veces paso muchas horas, es en visitar los antiguos lugares que sí he vivido. Espacios que son como remansos de paz, que me traen recuerdos y sentimientos, en los cuales pienso en soledad y, como si pudiera trasladarme en el tiempo, mentalmente revivo, aquello que yo viví.
Estando sentado sobre un poyete o una piedra, mientras inundo mi cerebro con la luz y las imágenes del sin igual paisaje, el aire me trae sutiles aromas de plantas silvestres, me deleito con las evocaciones de lo vivido y los pensamientos de todo lo que pudo haber sido, pero no fue, y de otras cosas, que no era fácil que pudieran ser y fueron. Parece mentira cómo se asocian a los aromas, tantas sensaciones, y muchos años después, al volverlos a oler, esos aromas son capaces de despertar en la memoria, los viejos recuerdos dormidos de aquellas sensaciones.
Y cuando al finalizar mi visita a esos deshabitados espacios, colmado de emociones, vuelvo a mi hogar, lo hago feliz y contento pensando en lo que tuve, y apreciando aún más lo que tengo, por el temor a perderlo, como aquellos que perdí.
Hermenegildo García Pino.