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OYON: Dichos del pueblo...

Dichos del pueblo

Poner cara de circunstancia: Mostrarse serio, circunspecto, a veces, fingiendo la expresión; otras, con real sentimiento.

Poner como trapo de piso (o de cocina): Maltratar a alguien, humillarlo pública o privadamente, dejarlo con mal aspecto, tal como quedan el trapo de cocina y el de piso luego de haber sido utilizados en una tarea de limpieza.

Poner de chupa de dómine: En la portada del diario 'La Razón' del 2 de febrero de 1999 podía leerse el siguiente titular: "Mónica Lewinsky pone a Clinton de chupa de dómine". El modismo poner de chupa de dómine se emplea cuando alguien habla muy mal de otra persona, con o sin razón, para causarle el mayor daño posible.

La chupa era una prenda de tela que a modo de chaleco cubría el torso, con 4 faldillas de la cintura para abajo y con mangas ajustadas. Los soldados utilizaban la chupa debajo de la casaca. La expresión, que equivale a poner a alguien como un trapo, proviene del hecho de que algunas personas vestían unas chupas fabricadas con tejidos de pésima calidad. Entre los usuarios de éstas destacaban los dómines, nombre latino con el que se designaba a los profesores de gramática, que ganaban bastante poco.

Poner el arado delante de los bueyes: Es hacer las cosas al revés, de manera que no puede obtenerse ningún resultado positivo, tal como sucedería si alguien colocara primero el arado y luego los bueyes.

Poner el dedo en la llaga: La llaga es la parte más dolorosa y molesta de una herida, por lo tanto, poner el dedo en ella, significa causar mucha molestia y dolor a quien la padece. Figuradamente, la expresión se aplica a la acción de señalar e insistir en el punto que más preocupa a una persona.

Poner el grito en el cielo: Gritar exageradamente, clamar quejándose con vehemencia de una cosa, como si uno realmente gritara tan alto que su voz llegara al cielo.

Poner en tela de juicio: Dudar acerca de una afirmación hecha por otro y someterla a exhaustivo examen. En al antiguo Derecho procesal, el uso de esta locución señalaba que un asunto estaba pendiente de resolución.

Poner la otra mejilla: Consejo bíblico (Mateos 5, 39; Lucas 6, 29) por el cual se nos invita a ofrecer la otra mejilla, cuando hemos sido abofeteados en una de ellas. Metafóricamente, la expresión se utiliza para dar a entender que una persona queda a merced de su agresor, sin atinar a ninguna defensa, una vez que ha sido ofendido.

Poner las barbas en remojo: Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar, dice la tradición, a manera de advertencia sobre lo que es inminente que nos suceda cuando lo propio le ha ocurrido a nuestro vecino.

Poner las cartas sobre la mesa: Sincerarse, decir la verdad ante alguien, sin guardarse nada, como quien, en el juego de naipes juega todas sus cartas y sólo le queda ver lo que sus adversarios presentan en la mesa para saber si ha ganado o perdido.

Poner los pelos de punta: Aterrorizarse, estar extremadamente nervioso, alterado. Cuando alguien sufre un gran susto, la piel se eriza y los pelos se paran.

Poner toda la carne al asador: Jugarse el todo por el todo, no dejar nada para más adelante, como cuando quien prepara el asado pone toda la carne al fuego porque ya es tarde y, además, el fuego se está extinguiendo.

Ponerle el cascabel al gato: Atreverse a acometer una acción peligrosa o difícil. Surgió de un cuento anónimo llamado "De los mures con el gato", colección de cuentos satíricos. Posteriormente, la expresión fue popularizada por Félix María de Samaniego en "El congreso de los ratones", en la que los roedores de Ratópolis, para tratar de detener los pies de su perseguidor, el gato Miauragato, acordaron en ponerle un cascabel para prever cuando se acercaba. Pero el problema surgió cuando hubo que llevar a cabo la hazaña: nadie se animaba.

Poniendo estaba la gansa: Expresión vulgar tomada de un primitivo juego infantil cuya frase completa era poniendo estaba la gansa, que era gorda y era mansa. La expresión, acompañada de un gesto hecho con la mano, invita a la persona a quien se la dice a pagar una deuda. En este caso, se asocia el verbo "poner" en dos de sus significados más comunes: por un lado, en el sentido de "deponer o soltar el huevo las aves"; por otro, el hecho de "apostar o abonar una cantidad de dinero". Con el tiempo, el verbo poner o su forma ponerse tomaron el valor de "pagar con dinero".

Por arte de bilibirloque: El vocablo bilibirloque tiene su origen en el verbo birlar, que en el juego de los bolos significa tirar por segunda vez la bola. Vulgarmente, este verbo también equivale a hurtar a uno algo valiéndose de alguna intriga. En germania o caló, birlar significa estafar, y birloque o birbesco, ladrón. Se puede presumir pues que 'por arte de bilibirloque' es una frase equivalente a dejarse hurtar o estafar de repente por un hábil ladronzuelo.

Por bajo cuerda: De manera reservada, ocultándolo de la vista de los demás. La expresión está basada en una treta aplicada en un antiguo juego de pelota en el que había que pasar el balón por encima de una cuerda colocada en medio de la cancha. La trampa consistía en pasar la pelota por debajo de la cuerda, de manera que si el ardid no había sido percibido por nadie, el tramposo se adjudicaba el tanto.

Por hache o por be: Por una razón u otra. Se usa esta locución para dar entender que siempre que sucede algo, hay una causa, importante o no.

Por la boca muere el pez: Es perjudicial hablar indiscriminadamente, y el dicho nos recuerda que el pez es atrapado por la boca, al morder el anzuelo. Lo mismo le sucede a la persona que habla en exceso.

Por la plata baila el mono: Es una crítica a las personas que lo hacen todo por interés, que sólo persiguen la obtención de dinero. El origen se remonta a la época en que los organilleros y músicos ambulantes llevaban un monito para que realizara "monerías" al público. Luego de terminada la función -que podía ser musical o de adivinación- el simio pasaba a recoger las monedas en una latita.

Por la puerta grande: Lograr hacer algo exitosa, triunfalmente. La comparación hace referencia a la mayor gloria del torero quien, luego de haber realizado una faena exitosa, es sacado en andas por la "puerta grande" de la plaza de toros.

¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?: Palabras con las que Jesús (Evangelio según San Mateo, VII, 3) censura a los que reprenden los defectos ajenos y no ven los propios.