EL LLANTO DEL MORO
Cuando la Alhambra de noche
se va quedando vacía,
se escucha el llanto del moro
detrás de la celosía.
No suspira por su amada
aunque es grande su querer,
que su llanto es por Granada
que no supo defender.
Su túnica suele verse
allá en el Generalife
y hasta el cielo se ennegrece
cuando a su estrella maldice.
Dicen que pasa la noche
paseando en los jardines,
por eso huele el palacio
a claveles y a jazmines.
Del rosal desaparece
la rosa más perfumada,
porque el moro se la lleva
y la tiene en su morada.
Cuando llega el nuevo día
todo se queda en silencio,
pero se ven sus pisadas
y se percibe su aliento.
Por la ramita de albahaca
que con sus dientes mordió,
y sus hojitas cayeron
en el primer escalón.
Contemplando esos jardines
bien se puede comprender,
que su espíritu quedara
en el paraíso aquel.
Pa. Sa. Ma.
Cuando la Alhambra de noche
se va quedando vacía,
se escucha el llanto del moro
detrás de la celosía.
No suspira por su amada
aunque es grande su querer,
que su llanto es por Granada
que no supo defender.
Su túnica suele verse
allá en el Generalife
y hasta el cielo se ennegrece
cuando a su estrella maldice.
Dicen que pasa la noche
paseando en los jardines,
por eso huele el palacio
a claveles y a jazmines.
Del rosal desaparece
la rosa más perfumada,
porque el moro se la lleva
y la tiene en su morada.
Cuando llega el nuevo día
todo se queda en silencio,
pero se ven sus pisadas
y se percibe su aliento.
Por la ramita de albahaca
que con sus dientes mordió,
y sus hojitas cayeron
en el primer escalón.
Contemplando esos jardines
bien se puede comprender,
que su espíritu quedara
en el paraíso aquel.
Pa. Sa. Ma.
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