Recuerdos…
En aquella casa de piedra labrada, sólida, fuerte y majestuosa con los balcones de barrotes forjados con simétricas filigranas, el frescor que al entrar se sentía junto al aroma, una mezcla de olivos y viñedos.
El chisporroteo del hogar encendido, el calor entrañable, las llamas danzantes que atraen la mirada, que te embrujan, que te hablan y el mundo se para y queda grabado en el recuerdo para siempre.
Aquel pisar acompasado, mano en hombro, asemejaban un ritual el milagro de la naturaleza. Aquel zumo extraído arduamente de esas uvas rojo sangre que por siglos la madre tierra en su ciclo fértil nos regala.
Los restos del castillo que el Bisabuelo tapo cuidadosamente para que los nietos no corrieran peligro en sus ruinas que mudas tras el paso de los siglos siguen atrayendo la curiosidad traviesa de esos niños.
Y erguido sigue en pie el puente mantible. Ese puente romano del que tanto escuche su nombre y lo vi plasmado en el lienzo de óleo que mi padre dedicaba al gigante que perdura durante tantos siglos sobre el rió.
Desde niña sentí admiración por este lugar, escuchaba historias de la infancia de mi padre, de su abuelo de como fundo el pueblo, de lo grande e inmensamente fuerte que era la magia y el embrujo de ese lugar.
Aprendí a amar a esa tierra, que mi padre disfruto en su niñez recordaba a cada momento y siempre pensó volver a descansar allí después del ultimo suspiro, Rodeado de las viñas, los olivos y su anhelado puente mantible.
Allí esta él esperándome, allí reposaran mis restos cuando se acabe mi paso fugaz por la tierra, allí formare con él, el mas mágico encuentro rodeada de esa inmensa belleza que el ayer me grabo muy adentro y ha crecido con el paso de los años.
Carmen.
En aquella casa de piedra labrada, sólida, fuerte y majestuosa con los balcones de barrotes forjados con simétricas filigranas, el frescor que al entrar se sentía junto al aroma, una mezcla de olivos y viñedos.
El chisporroteo del hogar encendido, el calor entrañable, las llamas danzantes que atraen la mirada, que te embrujan, que te hablan y el mundo se para y queda grabado en el recuerdo para siempre.
Aquel pisar acompasado, mano en hombro, asemejaban un ritual el milagro de la naturaleza. Aquel zumo extraído arduamente de esas uvas rojo sangre que por siglos la madre tierra en su ciclo fértil nos regala.
Los restos del castillo que el Bisabuelo tapo cuidadosamente para que los nietos no corrieran peligro en sus ruinas que mudas tras el paso de los siglos siguen atrayendo la curiosidad traviesa de esos niños.
Y erguido sigue en pie el puente mantible. Ese puente romano del que tanto escuche su nombre y lo vi plasmado en el lienzo de óleo que mi padre dedicaba al gigante que perdura durante tantos siglos sobre el rió.
Desde niña sentí admiración por este lugar, escuchaba historias de la infancia de mi padre, de su abuelo de como fundo el pueblo, de lo grande e inmensamente fuerte que era la magia y el embrujo de ese lugar.
Aprendí a amar a esa tierra, que mi padre disfruto en su niñez recordaba a cada momento y siempre pensó volver a descansar allí después del ultimo suspiro, Rodeado de las viñas, los olivos y su anhelado puente mantible.
Allí esta él esperándome, allí reposaran mis restos cuando se acabe mi paso fugaz por la tierra, allí formare con él, el mas mágico encuentro rodeada de esa inmensa belleza que el ayer me grabo muy adentro y ha crecido con el paso de los años.
Carmen.
