Cerca de Pitillas hay un campo de girasoles, con sus grandes ojos amarillos, de espaldas al sol que, por fin, se pone. No hay un solo pájaro, a no ser los vencejos infatigabIes que dan vueltas y vueltas a la torre herreriana del pueblo.
En el Ayuntamiento de Pitillas, a pesar de ser de piedra, y de piedra del siglo XVII, también hace calor.
No nos refrescan ni las acacias de la lonja,...