La
parroquia de
San Martín de
Luquin, a pesar de su apariencia barroca es un
edificio de origen
medieval. Al exterior, el edificio muestra muros de sillería, en los que se advierten las diversas etapas constructivas, distinguiéndose el sillar medieval en los muros de la nave, aunque una cornisa barroca da uniformidad a todo el conjunto.
Enriquece la volumetría del templo la
torre que emerge en el tramo de los pies,
fábrica del siglo XIII en sillería, que forma un prisma de planta rectangular con cuerpo de
campanas abierto por varios
arcos de media punto -algunos cegados en la actualidad, sobre línea de matacanes.
Su remate fue arreglado en época barroca con una cornisa y cuatro pirámides de bolas, las cuales montan encima de las
esquinas Delante de la torre, por el lado de la Epístola, se encuentra instalada una
monumental portada barroca de la primera mitad del siglo XVIII, cuya tipología deriva del portal de la basílica de Mendía en la vecina localidad de
Arróniz, que labró en torno a 1702 el cantero Francisco de Ibarra, a quien podría adjudicarse esta obra de Luquin; ello no resulta aventurado teniendo en cuenta que en ese lugar está documentado su trabajo, en la basílica de Nuestra Señora de los Remedios y Milagro.
La portada parroquial, concebida como un gran
retablo, es una aparatosa máquina de
piedra con un cuerpo de exquisitas proporciones cuadradas, formado por parejas de
columnas exentas de
capitel compuesto y fuste acanalado que montan en altos pedestales de frentes cajeados.
En doble cornisa se eleva un ático provisto de pilastras cajeadas y potentes machones extremos, que otorgan un gran vigor arquitectónico al proyecto;
frontón curvo roto y envuelto en volutas centrado por pirámide con bola culmina la estructura y unos aletones envolutados la encuadran, para así facilitar el tránsito de los cuerpos.
Entre las columnas del primer cuerpo se abre una
puerta adintelada con baquetón mixtilíneo, muy semejante a la de una
casa de la
calle San Antón de los Arcos, que también parece obra de Francisco de Ibarra.
Sobre la puerta se halla instalado un óvalo con el emblema de San Pedro, dentro de un ostentoso enmarque de follajes y timbrado por corona abierta que sostienen dos ángeles.
Su tosquedad desdice del empaque arquitectónico del conjunto. En el ático queda una
hornacina de media punto bajo venera, la cual alberga una
estatua de San Martín, titular del templo.
La portada tiene un adecuado enmarque urbanístico en una lonja delantera a la que se accede por una escalinata de peldaños curvos y contracurvos, inspirada en los diseños arquitectónicos de Sebastiano Serlio.
Está situada en el término del
Campo de Luquin o Campo de Abajo. Vino a sustituior en el año 1879 a la antíguamente se le llamaba de San Esteban Promártir y así viene referenciada en diversos textos. En los documentos de Irache se la cita con ocasión de una arrendación de las tierras que el
monasterio tenía en los términos de Luquin y
Urbiola. dicha arrendación está firmada en favor de D. Braulio Ayúcar y D. Martín López y lleva fecha de 28 de Enero de 1816. En el año 1844 fué reedificada. De su
antigüedad no nos cabe duda de observar una petición de permiso del Archivo Diocesano que así reza: "los vecinos y concejo de Luquin piden licencia para continuar haciendo
procesión que han acostumbrado el segundo día de Pentecostés a la
ermita dista más de una legua del lugar y fué suspendida por ello. Los vecios dicen que la procesión tiene más de 500 años. Se concede el permiso." Sin duda los labradores quisieron que su patrón vigilase el grueso de la plantación de cereal que crecía en ese término. Se le rinde culto todos los años en la
romería que el
pueblo lleva a cabo el Sábado mas cercano a la festividad, el 15 de Mayo. la ermita en sí es una construcción moderna de planta rectangular con cubierta plana, edificada en sillarejo rebocado. Se abre por el lado derecho a través de un
arco de medio punto, sobre el que monta una sencilla
espadaña de ladrillo con un solo arco y que alojaba aquel pequeño campanillo... Salvo un pequeño retablo muy retocado, en interior carece de valor
artístico. Expuesto a saqueos y hurtos constantes, sería de inconscientes permitir la permanencia en al ermita de cualquier imagen aún siendo escaso su valor.