Buitres leonados sobrevolando el
acantilado; bravos escarpes donde nidifican las aves; un
río de limpias y frescas
aguas que talla en las
rocas estrechos y caprichosos pasos; los restos de un
puente que, según cuenta la leyenda, fue construido con ayuda del diablo; dos
túneles que antaño atravesó el primer
tren eléctrico de
España. El resultado, un
paisaje agreste del que podrás disfrutar si te acercas a la foz de
Lumbier, estrecha garganta labrada por el río Irati y declarada reserva natural.
Su espectacular geología y el aislamiento durante siglos han propiciado la conservación de una singular vegetación que puebla los escarpados roquedos sirviendo de morada para grandes rapaces. Un espectáculo sin igual de paredones rojizos de cuyas grietas cuelgan
árboles y arbustos y en los que descansan grandes rapaces.
Lo que confiere singularidad a esta foz es que sus 1.300 metros de longitud pueden ser recorridos por la
vía verde que discurre cerca del río y al pie de los
acantilados anunciando las primeras estribaciones del Pirineo oriental navarro. Escucha el rumor de las aguas y los gritos de las chovas mientras admiras la belleza de este enclave natural.